La
investigación en torno a García Bacca se ha centrado últimamente en el eco que
tuvieron sus obras, expresada a través de las reseñas que, sobre ellas, se
publicaron en las revistas especializadas. Una tarea compleja, dada la
dispersión de las mismas y la dificultad añadida de conseguir los ejemplares en
los que aparecieron.
Sin
embargo, poco a poco, se van incorporando a nuestro fondo ejemplares de sumo
interés. Este es el caso del nº 13 de la revista Realidad, publicado en Buenos Aires en 1949, en el que, con el
título de “Una traducción de Plotino”, aparece un extenso comentario sobre las Enéadas de ese autor que García Bacca
había dado a conocer el año anterior, en Argentina, dentro de la colección “Biblioteca
Filosófica” de Editorial Losada.
La
reseña estaba firmada por Adolfo P. Carpio (1923-1996), un destacado profesor
argentino de Filosofía, formado en las universidades alemanas de Heidelberg y
de Friburgo, que durante más de 40 años ejerció la docencia en la Universidad
Nacioanl de Rosario (Argentina), en la de Puerto Rico y, especialmente en la
Universidad de Buenos Aires.
En
cierto modo, ha constituido un interesante hallazgo la reseña sobre la obra
Siete modelos de filosofar que García Bacca había publicado en Caracas, en
1954, y que apareció en el nº 3 del volumen IX de Philosophischer Literaturanzeiger de 1956, una revista dedicada
exclusivamente a comentar las más importantes obras filosóficas que aparecían
en todo el mundo, la cual era editada en Munich por Ernst Reinhardt Verlag.
En
este caso, el comentario corrió a cargo del Prof. Gerhard Funke (1914-2006), Gerhard
Funke que fue catedrático de la universidad “Johannes Gutenberg” de Mainz,
aunque también fue profesor en la Sorbona e incluso residió en España durante
un corto período. Aunque su tesis doctoral versó sobre Leibniz, posteriormente
se convirtió en uno de los mejores especialistas en Kant.
También
nos acaba de llegar el nº 52 de Letras de
Deusto, en el que aparece un artículo de Javier Oroz Ezcurra, titulado “Nuestra
imagen, la técnica. Interpretando a Juan David García Bacca”. Escrito en un estilo
desenfadado, comienza afirmando que “Decir que David García Bacca es un insurrecto
puede sonar a descortesía o provocación, pero no pasa de ser una minucia para
cualquiera que conozca medianamente su talante filosófico”. Lógicamente, lo
aclara a continuación, llegando a comparar al filósofo navarro con Leonardo da
Vinci, entre otras razones por su dedicación al estudio de todos los saberes
que puedan desvelar el secreto del hombre y del mundo. Personalmente, lo que
nos ha vuelto a situar ante la magnitud de su producción científica es su
afirmación de que “a sus noventa años bien cumplidos”, García Bacca llevaba
editados “más de 500 títulos”, que unidos a los libros que tratan sobre su
trayectoria, dan idea de la magnitud de la empresa en la que estamos
embarcados: Intentar reunir todas ellas.
Pero
este comentario no debe alejarnos del contenido del trabajo del Prof. Oroz que
estamos reseñando y que concluye planteándose el interrogante sobre si el
hombre, proyectado a lo más alto, puede alcanzar la felicidad a impulsos de la
técnica, para reflexionar también sobre la singular concepción antropológica de
García Bacca. Hay que leerlo.
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