En la
antigua parroquia de San Miguel de Borja se encontraba este lienzo que, junto a
otras obras que formaban parte del exorno de la misma, fueron llevadas a
Tarazona cuando el templo fue alquilado, como almacén, al Servicio Nacional del
Trigo.
Junto
con otro que representa a San Sebastián, retornó a Borja hace unos años y, en
la actualidad, se encuentra colocado en la sacristía de la antigua colegiata de
Santa María.
En él
aparece el Santo semidesnudo, golpeándose el pecho con una piedra como era
habitual en muchas de las representaciones de su etapa como penitente en el
desierto, tras haber renunciado a su dignidad cardenalicia que está simbolizada
en el manto rojo que cubre la parte inferior de su cuerpo. Otros elementos de
su iconografía que pueden verse en la obra son la obras en el suelo que aluden
a su condición de traductor de la Biblia (la versión Vulgata adoptada como
oficial por la Iglesia); la piedra sobre la que apoya el pie, en clara alusión
a la roca que simboliza a Cristo; la calavera como recuerdo de la muerte y de
lo efímero de la vida terrenal; el león vinculado a la leyenda según la cual el
Santo retiró una espina de las zarpas del animal, en las que se había clavado,
y agradecido le acompañó durante su estancia en el desierto; y, por supuesto,
en este caso el ángel que hace sonar una trompeta, recordando la realidad del
Juicio Final.
Lo
cierto es que habíamos prestado menos atención a esta obra que a su pareja San
Sebastián, posiblemente porque esta última puede ser atribuida a Buenaventura
Salesa y porque la de San Jerónimo nos parecía tosca en su ejecución. Pero ha
sido el Dr. D. Alberto Aguilera quien nos ha llamado la atención sobre el hecho
de que está inspirada en el grabado de José de Ribera que reproducimos, aunque
el anónimo autor del cuadro de Borja invirtió el sentido de la composición y
modificó algún detalle como el del león que en el grabado aparece con la cabeza mirando hacia un lado.
Como
todos conocen José Ribera “El Españoleto” había nacido en Xàtiva en 1591, pero a
los 25 años se estableció en Nápoles donde desarrolló toda su labor artística,
relacionándose con los más destacados artistas de la época.
Entre
su ingente producción, mucha de ellas destinada a colecciones privadas, abordó
en numerosas ocasiones el tema de San Jerónimo. Karin Müller que dedicó su
tesina en la Universidad de Marburgo a esta cuestión llegó a contabilizar entre
sus obras a 19 lienzos, cuatro dibujos y tres grabados que representan al
Santo, entre las que son especialmente conocidas algunas como la que le encargó
el propio duque de Osuna, virrey de Nápoles, para la colegiata de Osuna.
Pero Ribera,
además de un gran pintor, fue un excelente grabador, técnica en la que inició
al comienzo de su carrera y aunque sólo realizó 16 aguafuertes, ha sido
considerado el mejor grabador español antes de Goya.
Entre
ellos, se encuentran dos versiones con el ángel trompetero que tuvieron amplia
difusión y una de ellas fue utilizada por el desconocido artista que pintó el
lienzo de Borja.
Por
ello, el descubrimiento del Dr. Aguilera Hernández viene a conferir un especial
significado a esta obra de nuestra colegiata, incluyéndola en la larga relación
de obras que, a lo largo del tiempo, se inspiraron en Ribera. Lo interesante
sería llegar a conocer la identidad del autor que la realizó.
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