Hemos
adquirido esta postal, aparentemente intrascendente en la que, con el título “Aragón.
En el monte” está representado un pastor, vestido con el traje regional, empuñando un cuchillo con fines que no
aparecen claros. Debajo, y escrita a mano figura una frase en un idioma
aparentemente extraño. Sin embargo, nuestro interés por ella viene motivado por
tratarse de un recuerdo de un joven borjano, cuyo prematuro fallecimiento causó
una tremenda impresión en Borja.
Porque
la postal fue remitida desde nuestra ciudad el 25 de noviembre de 1912 por
Fernando Alfaro Lapuerta. Dirigida a al Sr. S. Stube, residente en la localidad
alemana de Neumühlen-Dietrichsdorf, uno
de los distritos de Kiel, el importante puerto del Báltico, el texto está
redactado en esperanto, un idioma creado en 1887 por L. L. Zamenhof (1859-1917),
con el objetivo de convertirse en un idioma universal, dada la sencillez de su
gramática. Alcanzó gran difusión a comienzos del siglo XX y en Borja hubo
varias personas que lo hablaron, como el escritor y poeta invidente D. Alfredo
Rodrigo Ballesta, sirviéndose del mismo para establecer comunicación con
corresponsales de todo el mundo.
Una de
esas personas interesadas en su conocimiento fue Felipe Alfaro Lapuerta, hijo
de D. Joaquín Alfaro Malumbres y Dª. Gaudiosa Lapuerta. Era, por lo tanto,
sobrino de otro gran poeta borjano, Emilio Alfaro Malumbres, y hermano mayor
del Cronista de nuestra ciudad D. Emilio Alfaro Lapuerta.
Cuando
cursaba el último año de la carrera de Derecho, falleció inesperadamente a los
20 años de edad, en mayo de 1915, dos años después de escribir la postal y
apenas un mes antes de finalizar sus estudios. Compartía así el destino de su
malogrado tío, provocando la lógica conmoción entre sus paisanos, sobre todo
por coincidir con la otro joven D. Antonio Sierra.
Buena
prueba de ello lo constituye el hecho de que el semanario local Aires del Moncayo, le dedicara buena
parte de los contenidos de ejemplar aparecido el 11 de marzo de 1915, glosando
su figura y dando cuenta de alguno de los homenajes que le fueron tributados,
entre ellos el de la Congregación Mariana de la que fue miembro activo.
Joven
intelectual de grandes inquietudes poesía una formación enciclopédica y estaba
adornado de unas cualidades que le habían convertido en pilar fundamental de la
cultura borjana y entrañable compañero de otros intelectuales entre los que
sobresalía por su amor a la ciudad en la que había nacido.
Al
lamentar su muerte el Director de la Congregación Mariana D. José María Pereda,
aquel santo varón conocido como “mosén Pepe”, forjador de varias generaciones
de jóvenes, al que le dedicaron una calle que fue borrada del callejero muchos
años después, decía que Felipe no era para el mundo y por eso fue arrebatado
por Dios de sus constantes peligros, para ser llevado al Cielo a recibir la
corona de la gloria, cuando parecía esperarles un lisonjero porvenir en esta tierra.
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