El
pasado domingo, Heraldo de Aragón
publicó un amplio artículo de Elena Pérez Beriaín en el que, con el título “Uno
de cada cinco municipios de Aragón tiene un riesgo muy alto de extinción” se
llamaba la atención sobre el grave problema de despoblación que afecta a muchas
localidades aragonesas.
Estaba
ilustrado con el cuadro que reproducimos con los 30 municipios que tienen menos
vecinos. Elaborado por el Consejo Económico y Social de Aragón, incluía a todos
aquellos que cuentan con menos de 32 vecinos. Cercanos a Borja solo aparecía
Pomer que, en su momento, perteneció a su Partido Judicial, aunque en un cuadro
anexo figuraba Trasobares, entre los municipios con mayor grado de envejecimiento.
Los
datos con ser alarmantes lo sería aún más si los datos que se manejan fueran
reales. Pero, como se puso de manifiesto en un reciente congreso de Hispania
Nostra, desde que desapareció el Censo y la información procede exclusivamente
del Padrón que cada Ayuntamiento elabora, no es infrecuente que figuren como
empadronados en un determinado municipio personas que no residen en él, con el
propósito de mantener artificialmente las cifras de vecinos o beneficiarse de
determinadas ventajas, como una reducción en determinados impuestos. Y no
queremos citar casos concretos, relacionados con ambos supuestos.
Por lo
tanto, todas las políticas encaminadas a paliar el problema han de ser
bienvenidas, pero se requiere disponer de datos fidedignos, por lo que los
especialistas en la materia vienen abogando por la reimplantación del censo que
sin ser un instrumento exacto, se aproximaba algo más a la realidad.
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