El Presidente del Centro de Estudios Borjanos ha tenido la fortuna de localizar y adquirir inmediatamente, una obra de extraordinaria importancia para nuestra ciudad. Se trata de un pequeño grabado de 26 x 18 cm, en el que se hace constar “La Divina Pastora de las almas MARÍA SANTÍSIMA que, como Patrona de las Misiones, se venera en el Seminario de los PP. Capuchinos de la ciudad de Borja. Rezando una Ave María o Salve delante de esta imagen se ganan mil días de Indulgencia concedidas por varios Obispos de estos Reynos”.
Estamos, por lo tanto, ante una
representación idealizada de la imagen que su titular de la iglesia del convento
de capuchinos de Borja y actualmente puede ser admirada en la sala VIII del Museo
de la Colegiata.
A la derecha de la imagen se hace
constar que “Matheo Gonzalez lo dibujó y gravó en Zaragoza”. Mateo González
Labrador (1755-1807) fue uno de los más importantes grabadores aragoneses de la
segunda mitad del siglo XVIII. Miembro de la Real Academia de Nobles y Bellas
Artes de San Luis de Zaragoza, fue además un buen dibujante, como lo demuestra
el que, en ocasiones fuera el autor de los dibujos que luego grababa, como
ocurre en este caso, cuando lo más frecuente es que hubiera un dibujante y un
grabador.
Mateo González fue quien grabó, por vez
primera, las armas de Borja y, en relación con nuestra ciudad, también llevó a
cabo otros trabajos como esa preciosa Inmaculada que aparecía en los impresos
editados con motivo de la presentación pública de las conclusiones de los
alumnos que finalizaban sus estudios superiores.
El grabado de la Divina Pastora debe
ser datado en el período comprendido entre 1798 y la muerte del grabador por las
siguientes razones. En 1765 fue cuando el convento de capuchinos de Borja se
transformó en colegio o seminario de la orden y, como hemos visto, a ello se
hace mención expresa. Pero, también se incluye la referencia a la condición de “Patrona
de las Misiones” de esta advocación mariana y fue en 1798 cuando fue proclamada
Patrona de las misiones capuchinas españolas.
Pero, la importancia de este grabado de
la Divina Pastora es aún mayor ya que a la izquierda de la imagen se hace
constar: “Christoval Salesa, Académico de la de San Fernando inventó” lo que
quiere decir que el autor de la imagen fue el escultor borjano Cristóbal Salesa
y Borja, hermano del pintor Buenaventura Salesa y miembro de una de las
relevantes sagas de artistas borjanos.
Cristóbal Salesa había nacido en Borja
el 18 de junio de 1748. Su padre Manuel Salesa Ortín era escultor y carpintero.
Con 19 años de edad ingresó como alumno en la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando y, durante siete años, permaneció en Madrid, alojándose en la casa
de un destacado artista como era el académico Juan Pascual de Mena (1707-1784)
del que tenemos una obra en Borja, ciudad a la que tuvo que regresar Cristóbal en
1777, como consecuencia de una enfermedad. Aquí residió hasta su fallecimiento,
sin dejar de trabajar.
Su figura ha quedado un tanto eclipsada
por la de su hermano Buenaventura, el mejor pintor aragonés de su época, pero la
producción de Cristóbal fue también muy importante desde el punto de vista numérico
y no exenta de calidad. En nuestra ciudad se conservan varias obras suyas, como
la imagen de San Babil del Santuario de Misericordia, el San Roque del
Ayuntamiento (ahora en el Museo de la Colegiata) o el San José del Museo de
Santa Clara, entre otras, a las que viene a sumarse esta preciosa imagen de la
Divina Pastora.
Ya había intuido su autoría el Dr. D.
Alberto Aguilera Hernández quien, en la ficha catalográfica de este conjunto
que estuvo presente en la exposición “Joyas de un Patrimonio V”, celebrada en
el palacio de Sástago de abril a junio de 2019, atribuyó a Salesa la imagen de la
Divina Pastora, por semejanzas estilísticas con otras obras suyas, aunque
reconocía que “hasta la fecha no hemos encontrado en los archivos locales
ninguna referencia sobre esta escultura que situamos entre los últimos años de
la década de los setenta del siglo XVIII y primeros de la siguiente”. Al mismo
tiempo, descartaba la participación de Salesa en las otras dos imágenes que
formaban parte, con la anterior, del retablo de la iglesia de capuchinos en su
última etapa. Habitualmente identificadas como San Jerónimo y San Juan
Evangelista, llegó a sugerir que esta última fuera en realidad la
representación de una Santa.
En cualquier caso, la sospecha del Dr.
Aguilera se ha visto corroborada ahora con el hallazgo realizado por nuestro Presidente
que debe contribuir a la recuperación de la figura de Salesa y al estudio de
todas sus obras, cuyo número ha experimentado un notable crecimiento merced a las
identificaciones llevadas a cabo por D. Alberto Aguilera en los templos de
nuestra zona y en otras de Aragón en las que proyectó su actuación.
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