jueves, 21 de abril de 2022

Visita a Ablitas

 

         Ablitas es una localidad navarra cuyo término municipal linda con el de Borja, por lo que somos vecinos, algo que suele pasar desapercibido, entre otras razones porque hace tiempo que ya no se viaja a través del enlace directo que las unía a través de Valcardera.

         Hace muchos años llegamos hasta allí en bicicleta y ahora hemos vuelto a realizar ese recorrido por los mismos lugares, pasando por las canteras de alabastro, como comentamos en un artículo anterior.



         Ablitas tiene en estos momentos 2.480 habitantes y en el centro de su casco urbano se encuentra la plaza de los Fueros, presidida por el edificio de la antigua Casa de la Villa, donde se siguen congregando los vecinos en las manifestaciones festivas características de Navarra. Desde su balcón se lanzan peras en la fiesta de Santa María Magdalena, el 22 de julio.


         En uno de sus laterales se encuentra el palacio de los condes de Ablitas, un título creado, en 1652, por Felipe IV en la persona de Gaspar Enríquez de Lacarra-Navarra Alava y Esquivel, X señor de Ablitas. Los Lacarra se habían sucedido en ese señorío desde que en 1405 le fuera concedido por Carlos III el Noble al mariscal de Navarra D. Martín Enríquez de Lacarra. El título pasó después a la casa de Montijo y es preciso recordar que la emperatriz Eugenia de Montijo fue la IX condesa de Ablitas.

         El palacio que reúne las características de la arquitectura aragonesa, con su arquería superior recuperada, se mantiene en buen estado, aunque su planta baja se ha visto modificada por los locales en ella abiertos.



         Otro monumento importante es la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, de origen medieval, aunque remodelado en el siglo XVI. Del primitivo templo se conserva la magnífica torre de sillería, rematada por un campanil de ladrillo, de planta octogonal, añadido en el siglo XVIII. Adosada a ella puede verse la fachada de la obra renacentista con una franja de rombos, de inspiración mudéjar. No pudimos visitar el interior, en el que pueden admirarse obras de gran importancia.



         Al pie de la torre se conserva la antigua Cruz de los Caídos, tras la que pudimos ver la lápida instalada en 2002, en la que se lee: “El pueblo de Ablitas, en recuerdo de sus vecinos que murieron en defensa de sus ideas”, acertada fórmula que contribuyó a su mantenimiento.



         También subimos al castillo, cuyos accesos habían sido acondicionados hace años. Se trata de una importante fortaleza que, con la de Cortes, constituía la principal defensa de la frontera navarra en esta zona.

         Entre sus restos degradados destacaba la gran torre circular, con un espectacular aljibe en su interior, pero que al haber sido retirados los sillares exteriores, daba la impresión de ser un simple acúmulo de piedras.


         Sin embargo, el Gobierno de Navarra acometió su restauración, con una inversión cercana al millón y medio de euros, con el resultado que muestra esta imagen. La intervención consistió en revestir el exterior con nuevos sillares, dotándola de un acceso al interior y la terraza superior. En su origen la torre era mucho más alta, pero ante la falta de testimonios gráficos de la misma, se optó por mantener dentro de los límites conocidos.



         En la primera de estas imágenes tomadas de Internet puede verse el aspecto de la torre en una vista aérea, mientras que la segunda muestra el interior de la cisterna (probablemente antes de la restauración) con la columna central que sostiene la cubierta, asentada en un terreno en el que creemos advertir esas vetas de yeso presentes en la zona.



         Ablitas, como otras muchas localidades, se ha sumado a la moda de las muestras de pintura urbana con una serie de murales que pueden verse en distintos lugares del casco urbano. Mostramos únicamente el que se encuentra a la entrada de la plaza de los Fueros, firmado por “VIMA”, dedicado a la danza del plego.




         Se trata de un baile tradicional, ahora recuperado, que se interpreta el primer domingo de abril y que, en su origen las jóvenes trataban de prender fuego al pliego de papel (el plego) que los jóvenes llevaban colgado detrás.

         De las muchas cosas que se pueden ver en Ablitas, otro día haremos referencia a la calzada romana, dada su relación con Borja, aunque la atención dispensada en ambas localidades haya sido muy diferente.











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