No queremos dejar en el olvido alguna de las experiencias más interesantes que pudimos vivir durante el pasado congreso de Hispania Nostra en Badajoz que, en una de sus jornadas, incluyó una visita a dos importantes ciudades portuguesas: Campo Maior (a la que ya hicimos referencia en otra crónica) y Elvas.
En el caso de Elvas, habían organizado
una visita teatralizada por los muchos monumentos que existen en esa localidad,
de los que no podemos dejar constancia en una apresurada crónica.
Quienes efectuaron el recorrido (los
más ancianos quedaron a la espera) pudieron constatar la belleza de los diferentes
monumentos de la localidad, con numerosos rincones llenos de encanto.
Ya había salido la luna, en cuarto
creciente, propia del inicio del Ramadán cuando llegaron a la entrada del
fuerte de Nossa Senhora da Graça, el monumento más espectacular de Alves, donde
tuvo lugar la recepción ofrecida por el Presidente de la Cámara Municipal.
Comoquiera que no fue posible realizar
fotos, dado la avanzado de la hora, ofrecemos esta vista aérea en la que se
puede apreciar la magnificencia de esta obra del siglo XVIII, construida en una
colina que domina el casco urbano, con la finalidad de protegerlo de ataques
como los que ya se habían producido con anterioridad.
La construcción dio comienzo en 1763, a
cargo del conde de Schaumbourg-Lippe, al que el rey de Portugal había encomendado
la reorganización de su ejército. Las obras finalizaron en 1792, siendo
considerada una de las mayores fortalezas europeas.
Siguiendo el modelo Vauban, en vigor en
aquellos momentos, en él destaca el cuerpo central, rematado por la vivienda
del gobernador, constituyendo un conjunto de singular belleza.
Sin embargo, muy pronto perdió su interés militar por lo que, en 1856, fue utilizado como prisión militar y, más tarde, alojó a presos políticos hasta la revolución de los claveles. Recientemente, ha sido objeto de una importante restauración en la que se han recuperado diversos elementos arquitectónicos, entre ellos la capilla y el antiguo refectorio de oficiales, donde tuvo lugar la recepción.
En ese gran espacio, con una cúpula en su parte central, fue donde tuvo lugar una maravillosa “noche de fados”, en la que pudimos disfrutar de esas bellas canciones portuguesas, interpretadas por un excelente conjunto y, también, por alguno de los presentes que dieron sobradas pruebas de su excelente voz y maestría.
También nos llamaron la atención las máximas
pintadas en sus paredes de fuerte componente patriótico como muestran estas imágenes:
“Somos un pueblo marítimo por vocación y necesidad. En la mar ganamos las virtudes
de una raza de señores”, “Rasgando las alturas no solo buscamos la gloria, sino
también la muerte”, “La Patria es una herencia sagrada que debemos transmitir
intacta a nuestros descendientes”. Pero, junto a ellas, había otras encaminadas
a reeducar a quienes allí estuvieron recluidos para que pudieran reintegrarse a
la sociedad.
Muchos de los participantes en la
fiesta difícilmente podrán olvidar los gratos momentos vividos en el interior
de esa impresionante fortaleza, cuyo destino principal fue el de prisión.
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