El 28 de octubre de 1707 nació en Ainzón D. Francisco Gil López. Era hijo de Jerónimo Gil y de Isabel López. Deseando hacer fortuna, el 1741 pasó a Nueva España como criado de D. Francisco José Espinosa de los Monteros y se estableció en Veracruz.
La suerte le fue
favorable ya que, cuando siete años después, contrajo matrimonio su fortuna se
estimaba en más de 40.000 pesos. La esposa Dª. María Javiera Saénz de
Santamaría y Saénz Rico, había nacido en Veracruz el 7 de diciembre de 1728 era
hija de un destacado personaje, regidor de la ciudad y alcalde ordinario en dos
ocasiones, aportando como dote otros 40.000 pesos.
Su actividad profesional
estaba centrada en el comercio de los productos que llegaban de Filipinas, a
través del legendario “galeón de Manila” y su posición le permitió acceder a
puestos destacados en la ciudad, de la que también fue regidor y alcalde ordinario
en 1751.
Mayordomo de la
archicofradía de Nuestra Señora del Rosario, con sede en el convento de Santo
Domingo de Veracruz, logró probar su infanzonía ante la Real Audiencia de
Zaragoza, obteniendo la correspondiente ejecutoria, junto con su hermano Diego,
el 27 de enero de 1766.
Cuando consideró que
había alcanzado una edad avanzada, puso fin a sus negocios, procediendo a
liquidar todos sus bienes, tanto en Veracruz como en Cádiz, donde tenía situada
una parte significativa de los mismos, encontrándose con un capital de 509.150
pesos, sobre los que dispuso en el testamento que se conserva, otorgado el 14 de
agosto de 1781. Falleció el 30 de marzo de 1782, dejando seis hijos, todos los
cuales emparentaron con las mejores familias de la época, pertenecientes
algunas de ellas a la nobleza titulada.
Esta es la sorprendente
historia de un joven ainzonero que partió hacia el nuevo mundo sin olvidar su
lugar de nacimiento ya que, en la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de Piedad,
fundó un beneficio eclesiástico con 5.000 pesos de dotación que más tarde incrementó
hasta 40.000, cantidad muy importante.
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