El 9 de octubre de 1772 fue bautizado en la parroquia de San Bartolomé de Borja D. Teodoro Nogués y Pellicer. Era hijo de D. Miguel Nogués y de Dª. Manuela Pellicer. Ingresó como Cadete de los Voluntarios de Aragón y participó en las más importantes campañas de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.
Estuvo en la guerra del
Rosellón, a las órdenes del general Ricardos; en la campaña de Portugal de
1804; y en el bloque de Gibraltar. El 13 de julio de 1808, el general Palafox
le ascendió al empleo de Capitán de Infantería, siendo destinado a la Ayudantía
Mayor del Batallón de Cazadores Voluntarios de Fernando VII, una unidad de
nueva creación.
Se halló presente en los
dos sitios de Zaragoza, de donde pudo huir muy enfermo, tras la caída de la
ciudad, escondido en un saco, para continuar la lucha contra los franceses en
tierras de Albarracín. Contrajo matrimonio con Dª. María Asunción Milagro Pérez,
natural de Ainzón, de cuya unión nacieron entre otros hijos D. Lorenzo y D.
Romualdo Nogués Milagro.
El 23 de junio de 1815
Fernando VII le nombró Regidor Perpetuo de Borja, en sustitución de D. José
Cuartero que acababa de fallecer. Destacado representante del régimen
absolutista en nuestra ciudad, el 3 de abril de 1820 fue nombrado Jefe Político
Subalterno de Borja, un cargo similar al de Corregidor, pero en el ayuntamiento
se negaron a darle posesión, lo que provocó momentos de gran tensión. Pudo
ocupar finalmente el cargo, pero los incidentes continuaron hasta que el 17 de
abril, el Gobierno decidió suprimirlo. Más tarde, cuando el 24 de mayo de 1823,
cesó el corregidor D. Manuel de las Heras, ocupó el puesto con carácter
interino hasta el 9 de noviembre de ese mismo año. Volvió a desempeñarlo
interinamente entre el 8 de octubre de 1828 y el 18 de febrero de 1829.
Falleció en Borja en 1832, dejando a su viuda al cuidado de sus hijos, menores
de edad, que crecieron bajo la protección materna, lo que no fue obstáculo para
su brillante porvenir, dado que Lorenzo fue un jurista destacado y Romualdo el
conocido general y publicista.
El 9 de octubre de 1785
nació en Tabuenca fray Vicente Sanjuán
de San Francisco Javier. Era el menor de los seis hijos del matrimonio
formado por José Sanjuán Corella y Bárbara Lanzán Ruiz, por lo que su nombre en
el mundo fue el de Vicente Sanjuán Lanzán.
Profesó en la Orden de
Agustinos Descalzos, siendo enviado como misionero en Filipinas. En 1837 era
miembro del Definitorio y, en calidad de ello, participó en el Capítulo General
celebrado en Manila, a partir de 14 de abril de ese año, donde fue elegido
Prior del convento de San Nicolás de dicha ciudad. Una decisión un tanto
sorprendente ya que, como miembro del Definitorio no podía ser nombrado para un
cargo cuya provisión correspondía al mismo.
Ante los problemas
planteados con su Orden en la naciente República de México, en 1838 le
propusieron ser designado Procurador General en aquel país, pero no aceptó. Sin
embargo, en el capítulo celebrado el 5 de enero de 1839, fue elegido Comisario
y Procurador General de la provincia en Madrid, llegando a la capital de España
el 24 de agosto de 1840.
Uno de sus principales cometidos era el de evaluar la situación planteada en el colegio de Monteagudo, tras la Desamortización. Ese centro que era el encargado de formar a los misioneros que debían marchas a tierras filipinas, atravesaba una profunda crisis provocada, entre otros motivos, por la situación general de España y, en particular, por encontrarse situado en una zona afectada por la guerra.
A pesar de ello, pudo
formar varias expediciones, la primera de las cuales partió de Cádiz, a bordo
de la fragata Sabina, integrada por 3
sacerdotes exclaustrados, 10 coristas y un hermano lego. Antes de la salida, 7
de ellos fueron ordenados presbíteros, uno lo fue de subdiácono y los dos
restantes recibieron la tonsura y las órdenes menores, llegando todos ellos al
remoto archipiélago el 14 de febrero de 1842.
Posteriormente, pudo
enviar nuevas expediciones, cesando en su cometido en 1846. No sabemos si
retornó a Manila ni tampoco la fecha de su fallecimiento. En la cartela de su
retrato, donde lleva pendiente al cuello un crucifijo, se hace constar que
estuvo allí 22 años, por lo que, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido
hasta su nombramiento como Procurador General en Madrid, si lo hizo, debió
fallecer pronto. Junto con el retrato, en la parroquia de su localidad natal se
le recuerda por la donación que efectuó de varias obras de arte, remitidas
desde Filipinas.
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