Hace
unos años, cuando se quería ofrecer una imagen de las consideradas “típicas” de
la población se solía recurrir a ésta, correspondiente a un balcón o galería
situado al final de la calle de San Jaime.
No
era una elección desafortunada pues, al margen de su emplazamiento con la
ermita de San Jorge al fondo, se trataba de una muestra muy interesante de la
arquitectura popular.
Construida sobre rollizos,
con soportes del mismo material, también eran de madera los pilares que
sostenían el tejado, rematados por sencillas zapatas, y la barandilla.
No es de extrañar, por lo
tanto, que fotográfos tan conocidos como los hermanos Sánchez Millán, la
convirtieran en tema preferente y que la imagen fuera utilizada en diversas
publicaciones.
Pero
todo eso pertenece al pasado ya que, en la actualidad, este es el aspecto que
presenta la célebre solana, tras ser rehecha su estructura con vigas metálicas.
Estos
hechos no ocurrirían en ningún país europeo y, probablemente, en otras
comunidades españolas donde se presta especial atención a estos detalles. En la
nuestra seguimos sin disponer de los adecuados elementos de protección y, en el
caso de Borja, estamos a la espera de disponer de un Plan Especial para el
casco antiguo, previsto en el Plan General de Ordenación Urbana aunque nunca
llegó a realizarse. Afortunadamente, ahora se pretende acometer la elaboración
del mismo, aunque para muchas zonas llegará tarde. En cualquier caso, las
normas de obligatorio cumplimiento son necesarias porque cuando no existen,
hechos como el comentado no pueden ser considerados “ilegales”, aunque no es
menos cierto que también se requiere una especial sensibilidad por parte de
todos los ciudadanos que, con frecuencia, brilla por su ausencia.
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