Ayer
comenzaron en Zaragoza las VII Jornadas Internacionales de Estudio de la Orden
del Santo Sepulcro, organizadas por el Centro de Estudios de la Orden, en el
Salón de Actos del Centro “Joaquín Roncal”. A lo largo de toda la jornada se
sucedieron las intervenciones relacionadas con la ponencia de Historia, todas
ellas de gran interés.
Entre
los participantes había representantes del Centro de Estudios Borjanos y de
la Hermandad de Nuestra Señora de la Peana en Zaragoza. Como ya anunciamos, mañana
sábado, a las siete de la tarde, está prevista la intervención de D. Alberto
Aguilera Hernández sobre los Cristos yacentes de Borja.
Al
término de las sesiones de la mañana, los asistentes visitaron la basílica del
Pilar, donde la Virgen lucía un precioso manto con la cruz de la Orden. Después
de comer se efectuó una interesantísima visita guiada a la llamada parroquieta
de la Seo, para conocer la cripta recientemente descubierta a la que
dedicaremos un próximo comentario.
Especialmente emotiva resultó el
recorrido por el interior del monasterio de la Resurrección de Canonesas
Regulares del Santo Sepulcro que, para aquellos que no lo conocían, resultó
verdaderamente impresionante, tanto por la belleza de su arquitectura como por
el planteamiento de la visita.
En
primer lugar, se efectuó un recorrido en silencio por el claustro y el
refectorio, donde se exhibe una muestra de recuerdos relacionados con la vida
conventual.
Seguidamente,
a los pies de la hermosa imagen de Cristo Crucifijado, se rezó por las almas de
todos los miembros del Centro, benefactores de la Orden, así como de las
religiosas de la comunidad que habían fallecido recientemente, cuyos nombres
fueron recordados.
En
la antigua sala capitular, frente a la imagen yacente de Cristo allí existente,
se leyó el pasaje del Evangelio de San Juan, correspondiente al encuentro de
Cristo con María Magdalena en la mañana del domingo de Resurrección.
La
jornada finalizó con la intervención de Sor Ana María Martín Aldea CRSS, en la
iglesia de la Resurrección del monasterio, donde efectuaron su profesión,
durante siglos, todas las religiosas de la comunidad. Fue una reflexión
espiritual en torno a la iconografía del retablo, que representó un excelente
colofón para un intenso día de trabajo que hoy tiene su continuidad con los
actos programados en la ciudad de Calatayud.
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