Continuando
con el artículo de ayer, hoy vamos a dar a conocer un conjunto de neveras,
localizadas por Guillermo Carranza Alcalde, en el barranco Pigallo que llega
hasta las cuevas de Añón; un lugar al que los habitantes de ese municipio
conocen con el nombre de “Umbría de las neveras” u “Hoya de las neveras”.
En la parte alta de ese
barranco, entre 1.500 y 1.525 metros de altura, se encuentra un conjunto de
tres pozos o neveros, apenas separados 30 metros, pero con unas características
constructivas diferentes. Todos ellos tienen orientación Noreste y ocupan el
fondo del barranco.
El
que denominaremos con el nombre de “Nevero Pigallo I” es el que está situado a
mayor altura. Por su forma, no es un nevero al uso. El muro de piedra de
contención es recto. Tiene 10 metros de longitud y 2 de altura, aunque la
original sería mayor; además este muro continúa por los laterales varios metros
más. Actualmente, toda su superficie está plantada con pinos de repoblación que
han deteriorado mucho la construcción original.
Unos metros más abajo,
junto a una pequeña senda que sube por la ladera desde el camino forestal, se
encuentra el que denominamos “Nevero Pigallo II”. Se trata de un pequeño pozo
de 5 metros de diámetro, totalmente revestido de piedra seca, pero casi
cubierto por la tierra y la maleza. Es similar a los dos pozos pequeños de
Borja, que también están revestidos de piedra y tienen las mismas dimensiones.
Justo encima del camino
forestal y en un ligero saliente, se encuentra el denominado “ Nevero Pigallo III”. Sigue los cánones
tradiciones constructivos en el Moncayo, pero está muy deteriorado. Tiene un
diámetro de unos 15 o 16 metros, con una faja de piedra seca de un metro
reforzando la pared lateral. También aquí, la
vegetación lo inunda todo y no se aprecia muy bien.
Queda por determinar el
sistema de comercialización de la nieve procedente de estos pozos. Guillermo
Carranza señala que en la conservada, en relación con pleitos de aguas del siglo XVIII, se le
atribuye al comendador de la encomienda de la Orden de Malta de Añón la propiedad
de una “casa de la nieve” situada en el entorno urbano de esa villa. Es
evidente que el origen de esa nieve que allí se guardaba para su distribución podría
ser de estos pozos. No obstante, en un artículo publicado el pasado año, dimos
a conocer datos sobre las discrepancias suscitadas entre Borja y Añón por la
utilización de los pozos que eran de la ciudad, aunque se autorizó la
construcción de uno para uso y disfrute de los de Añón.
Los pozos que ahora
damos a conocer, junto con los anteriores, no fueron los únicos existentes,
pues como nos señala Guillermo Carranza, en la cartografía antigua de Añón
(1923), la toponimia delata un par de lugares más donde también existieron
pozos de nieve dentro de su término municipal. Concretamente, en el collado de
las Neveras, hoy llamado collado de la Era, situado junto a las Peñas de
Herrera de Talamantes. También hay referencias de otros situados en la loma de
la Majada Baja, la parte alta del barranco de Morana en el que nace la “fuente
del Ojo” y el río Huecha, junto al collado del Muerto y el Prado de la
Herrería. Esperamos que el incansable trabajo de Guillermo, no exento de
riesgos físicos, le permita localizar restos de esas construcciones y que, en
un futuro próximo, pueda terminar la obra que está preparando sobre
construcciones relacionadas con el agua en la cuenca alta del Huecha.
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