En
nuestro artículo de ayer sobre esta borjana olvidada comentábamos su actividad
como actriz y escritora, al mismo tiempo que anunciábamos un comentario
posterior sobre su relación con el cine que fue muy importante, tanto como
guionista como productora, aunque también ha quedado constancia de su
esporádica incursión como actriz de reparto.
No
es fácil recopilar todas sus obras cinematográficas ni determinar el nivel de
su participación en cada una de ellas. De hecho, no siempre coinciden las
fuentes que, en este artículo, hemos intentado conciliar, a partir de las
informaciones reunidas en su momento, contrastándolas con la Enciclopedia del Cine Español, un
interesante blog que reúne a todas las películas españolas, del que hemos
tomado los carteles publicitarios que reproducimos.
La
primera incursión documentada de Nati en el cine fue la película Tres espejos (1947), dirigida por Ladislao Vajda, un importante cineasta
húngaro establecido en la España de la postguerra que alcanzó fama con la
película Marcelino, pan y vino. Se
trataba de una adaptación de la obra teatral Hombre en tres espejos, una de las escritas por Natividad Zaro, que
había sido estrenada en el Teatro Lara de Madrid en 1946 y a la que hacíamos referencia en el artículo
anterior. En el guion de la película también intervino Nati, junto con su
compañero Eugenio Montes y Alfredo Echegaray.
La
película fue uno de los primeros frutos de la cooperación hispano-portuguesa en
este ámbito. En realidad fue financiada por la productora Lisboa Filme y
rodada, en su mayor parte, en los estudios de la capital portuguesa. De allí
salió la versión a la que corresponde este cartel publicitario, con el título Três Espêlhos, versión que ha
sobrevivido, porque hubo otra española no conservada con algunas variantes.
Entre ellas, la intervención de Mary Carrillo, sustituyendo a la portuguesa
Madalena Sotto en el papel de Amable; y de Rafael Durán que tampoco aparecía en
la versión portuguesa.
Tres espejos/Três Espêlhos fue una
película de indudable interés que se enmarcaba en el género del cine negro que
iniciaba sus primeros pasos. Como guionistas aparecían, junto con Natividad
Zaro, su compañero Eugenio Montes y Alfredo Echegaray. El argumento giraba en
torno a un financiero que, en defensa propia, mataba a un delincuente y,
posteriormente, intentaba ocultar el homicidio. Todavía es objeto de atención,
como lo demuestra un artículo de Isabel Sempere, publicado en 2010.
El
siguiente proyecto en el que se embarcó Nati fue el guion de una ambiciosa
película, titulada Europa, que lleva
fecha de 1948 y con él obtuvo el Primer Premio en el concurso convocado por la
Junta del Sindicato Cinematográfico. Lo escribió en colaboración con Manuel
Suárez Caso y estaba basado en un cuento de Tomás Salvador. La película no
llegó a realizarse pues implicaba filmar en Francia y Alemania. Dada la
situación de posguerra y el tema que abordaba no obtuvo la necesaria
colaboración en esos países. El guión se conserva en el Archivo General de la
Administración de Alcalá de Henares.
También
fue dirigida por Ladislao Vajda, Sin
uniforme, una película realizada en 1948, basada en otra obra teatral de
Nati Zaro, También la guerra es dulce,
con la que había obtenido un Accesit al Premio Teatro Lara, aunque no llegó a
estrenarse. El guion lo escribió Nati, en colaboración con Andrés Laszlo, un
actor húngaro que había llegado a España, de donde pasó a la Argentina,
trabajando allí en diversas películas. Anteriormente, había participado aquí en
esta película que estamos comentando y en otra como Mi tío Jacinto, en la que el protagonista era Pablito Calvo, que
acaba de triunfar en Marcelino, pan y
vino, como antes hemos señalado.
El
argumento de la película tenía como escenario el Tánger de la II Guerra
mundial, donde se entrecruzan personas de diversas procedencias y, en gran
medida, recuerda a Casablanca, aunque
a una distancia indudable pues, como recordaba Juan Villalba, Vadja había sido
colaborador de Michel Curtiz, el director de aquella inolvidable película. En Sin uniforme intervinieron como actores
el propio director y el recordado Pepe Isbert.
Dos
películas en tan corto espacio de tiempo constituían un aval suficiente para
que Nati se embarcara en un nuevo proyecto. En este caso se trataba de la
película Tempestad en el alma,
producida en 1949 por Boga Films y dirigida por Juan de Orduña. El argumento
fue escrito por Natividad Zaro y el guión también fue obra suya en colaboración
con Luis García Ortega que había intervenido como actor en Sin uniforme. La trama discurre en un psiquiátrico en el que está
ingresado el marido de la protagonista que creará un clima de tensión pasional
en el que, junto al esposo, quedarán prendidos el director del centro y uno de
los médicos.
La
siguiente película fue Flor de Lago,
producida en 1950 por Manuel de Lara y dirigida por Mariano Pombo. En alguna de
las fichas de la película figura como único guionista el propio director. Sin
embargo, otras informaciones señalan que el argumento era original de Jesús
Vasallo y R. Fernando, interviniendo también Nati Zaro y Manuel Suárez Caso,
con el que ya había colaborado en el guion de Europa.
Después
vendría la gran película Surcos
(1951) y las surgidas de la productora Atenea Films, de la que fue directora, a
las que dedicaremos otro artículo en días posteriores. No obstante, a través de
lo que llevamos publicado, nuestros lectores habrán podido percatarse de la
importancia de esta mujer, nacida en nuestra ciudad.
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