A raíz de una reciente visita a Borja, la Profª Dª
Carmen Morte nos ha remitido un artículo que publicó en el número 2 de la revista Borja que edita el Institut Internacional d’Estudis Borgians
(IIEB), dedicado a las Actas del II Simposio Internacional sobre los Borja.
En
los últimos tiempos, nuestro Centro está recopilando todo tipo de publicaciones
relacionadas con esta gran familia valenciana que llevó el nombre de nuestra
ciudad, de donde procedían sus antepasados. De ahí el interés del trabajo de la
Profª Morte que nos sirve para recordar la figura de una de sus figuras
destacadas, Dª Luisa de Borja y Aragón, hermana de San Francisco de Borja, que
ha pasado a la historia con el sobrenombre de la “Santa Duquesa”, no porque
fuera canonizada, sino las múltiples virtudes que la orlaron en vida.
Nacida
en el palacio ducal de Gandía, hacia 1520, desde muy niña destacó por su
piedad, hasta el punto de que quiso profesar como religiosa. Pero a ello se
opusieron los deseos familiares que prefirieron que contrajera matrimonio con
su primo D. Martín de Gurrea y Aragón, IV duque de Villahermosa y conde de
Ribagorza. En el matrimonio influyó el abad de Veruela D. Hernando de Aragón,
tío de los contrayentes y futuro arzobispo de Zaragoza.
El
enlace se llevó a cabo en Medina Sidonia hacia 1541, fijando su residencia en
el palacio de Pedrola y en la capital aragonesa. Allí continuó dando sobradas
pruebas de sus virtudes, soportando con paciencia las infidelidades del esposo,
debiendo seleccionar con especial cuidado a sus doncellas, dadas las
inclinaciones del duque. A pesar de ello, tuvo que soportar episodios tan
rocambolescos como el de un paje que trajo de Flandes D. Martín y al que daba
muestras de especial cariño, descubriéndose que las ropas de muchacho encubrían
a una agraciada joven que terminó en un convento zaragozano, tras ser
descubierta. También tuvo una especial y arriesgada intervención en la
implantación de la Compañía de Jesús en Zaragoza, algo a lo que se oponía el
propio arzobispo que llegó a amenazarla de excomunión.
Murió
en loor de santidad en el palacio que los duques tenían en Zaragoza el 4 de
octubre de 1560. De ellas se publicaron varias biografías en las que se refiere
que fueron varios los milagros alcanzados por su intercesión.
Sus
restos fueron sepultados en la iglesia parroquial de Pedrola, donde con ocasión
de un traslado efectuado a finales del siglo XVIII se descubrió su cuerpo
incorrupto. En su definitivo lugar de reposo fue mandado construir, en 1905, un
mausoleo por encargo de la XV duquesa de Villahermosa Dª Carmen Aragón-Azlor, obra del escultor
Aniceto Marinas.
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