Los
exvotos son ofrendas que, en reconocimiento por algún favor recibido, se dedican
a Dios, la Virgen o los Santos, siendo colgados, como testimonio del mismo, en
el interior de los templos.
En el Museo de la Colegiata de Borja se conserva
este pequeño lienzo que recuerda un suceso acaecido en 1703, cuando el niño
Manuel Tejero cayó en la rueda de un molino, salvándose milagrosamente por intercesión
de la Virgen del Carmen, cuya fiesta se celebraba ese día. Así se hace constar
en la inscripción que figura en la parte inferior del mismo: “Manuel Tejero
cayó en el rodete del molino y salió milagrosamente. Día de la Virgen del
Carmen. Año 1703”.
En
el cuadro está representado el niño, con ricas vestiduras que denotan un
estatus social elevado, llevando al pecho el escapulario del Carmen. La Virgen
aparece en la parte superior izquierda (señalada con una flecha verde),
mientras que la flecha roja muestra el lugar en el que se pintó ese “rodete”
del molino, movido por el agua de la acequia que llega hasta allí. Reúne, por
lo tanto, todos los elementos propios de los exvotos pictóricos: el retrato del
protagonista, la imagen que obró el milagro, la representación del suceso
acaecido y la leyenda con su descripción.
Pero
hay otro tipo de exvotos. Se trata de representaciones en cera de las partes
enfermas del cuerpo que se beneficiaron de la milagrosa intervención. Los de
más edad recordarán las que, aquí en Borja, colgaban en la capilla de la Virgen
de la Peana y, sobre todo, en la de San Babil (en el Santuario de
Misericordia). Eran brazos, piernas, cabezas etc. de cera, junto con muletas y
otros elementos que constituían un abigarrado conjunto que también podía verse
en la capilla de la Virgen del Rosario de Albeta, tenida por poderosa
taumaturga en determinado número de enfermedades. Todos estos testimonios de
religiosidad popular fueron retirados, en la segunda mitad del siglo XX, por el
entonces párroco de Santa María y destruidos. En otros lugares de España no ha
ocurrido lo mismo y se siguen conservando y acrecentando. Pero, uno de los
lugares más espectaculares es la basílica de Aparecida, en Brasil, donde se
venera a la patrona de esa nación. Es uno de los templos mayores de la
Cristiandad y dispone de lugares acondicionados para conservar los miles de
testimonios del agradecimiento de los fieles, convenientemente colgados y
clasificados.
Todas
estas digresiones están relacionadas con nuestra reciente visita al Santuario
de Ntra. Sra. de Sonsoles, patrona de Ávila. Enclavado en un pequeño altozano
cercano a la ciudad y rodeado de un cuidado espacio verde donde no falta un
magnífico restaurante, el santuario está unido al edificio que acoge a una
comunidad de monjas cistercienses por un arco sobre el que se levanta una
airosa espadaña.
En
el interior se encuentra el camarín en el que se venera a esta advocación
mariana que, supuestamente, debe la etimología de su nombre al pastor que
encontró la imagen de la Virgen con el Niño, el cual la describió diciendo “Son
soles” y esos dos soles también figuran en el tondo radiante que aparece sobre
el camarín y en las claves de la bóveda. A ambos lados del presbiterio se encuentran
dos grandes lienzos que, en cierto modo, pueden ser considerados exvotos.
En
el primero de ellos, aparece un caballero montado en brioso corcel que está
atacando con su espada a un gran cocodrilo que se interpone en su camino,
mientras que la Virgen de Sonsoles aparece en el tronco del árbol de su
derecha.
Pues
bien, en una vitrina ahora situada a los pies del templo, se exhibe el famoso
cocodrilo o caimán que, en tierras americanas, atacó a ese caballero abulense
que, en tan difícil trance, se encomendó a su patrona. En la primera parte del
milagro la fusta que empuñaba se convirtió en espada, con la que pudo dar
muerte a esa “fiera” que en agradecimiento mandó disecar, enviándola al
santuario donde, durante siglos, estuvo colgada del techo. Con motivo del V
Centenario del Descubrimiento fue restaurada y colocada en la vitrina donde
pudimos contemplarla, con un cartel donde se relata el milagro.
Al
otro lado se encuentra este otro lienzo en el que se puede ver un galeón en
medio de un gran temporal y con parte de sus tripulantes ya en la mar, a punto
de morir. En un rompimiento del cielo encapotado aparece la Virgen de Sonsoles,
a la que se encomendaron, logrando salvarse. Al parecer, se conserva también un
modelo del barco que no pudimos ver, algo frecuente en las ermitas del litoral español. Lo interesante de este caso
es que se relaciona con la Gran Armada (también conocida como Armada
Invencible) y con las dificultades encontradas en el canal de la Mancha durante
su avance hacia Inglaterra. Es probable que, si hace referencia a esa Empresa,
lo reflejado corresponda más bien a alguno de los acontecimientos vividos en
costas de Irlanda durante el penoso retorno a la península. Allí naufragaron
varios buques y se produjo el mayor número de muertos, como han recordado los
medios de comunicación estos días, a raíz del homenaje que, en Irlanda, se ha
tributado a los fallecidos.
Estos
son dos exvotos de tema marino que pueden encontrarse en España donde, como se
ha hecho en Portugal, sería interesante reunir un catálogo de los que se han
conservado, algo que consideramos de especial interés.
Pero
en donde el arte del exvoto pictórico alcanza su culmen es en México. Todo un
fascinante mundo naif que ha llegado a seducir a artistas como Frida Kahlo que
llegó a reunir una colección de más de 500 y que ha dado lugar a la creación de
falsos exvotos, transgresores y de connotaciones sexuales, como puede
comprobarse en el elevado número de ellos que circular por Internet.
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