Acabamos
de conseguir un bonito ejemplar de Flor
de Adelfa que, en este caso, no se trata de una muestra botánica, sino de
la obra dramática que, con este título, escribió el gran poeta borjano Emilio
Alfaro Malumbres (1863-1887).
La
obra que puede ser considerada una de las manifestaciones más evidentes del “patriotismo”
local, fue estrenada en Borja el 13 de septiembre de 1885. Su argumento,
ambientado en la época de la guerra entre Castilla y Aragón, en el siglo XIV,
tiene como protagonista a Jaime, hijo del alcaide del castillo que no logrará
rescatar el pendón de la villa, tomado por el enemigo, a costa de perder su
vida. Esa muerte en plena juventud, cumpliendo un deber sagrado, constituía el
ideal romántico por excelencia, por lo que no es de extrañar que el poeta
llegara a convertirse en un mito, acrecentado por su simpatía y su propia
figura, en la que destacaban sus rizos rubios que le acercaban a la imagen de
sus propios héroes.
El
1 de febrero de 1887, Flor de Adelfa
fue representada en el Teatro Principal de Zaragoza. El éxito de aquel día no
hacía presagiar la tragedia que muy pronto se cebaría en el poeta. Porque,
Emilio Alfaro Malumbres se trasladó a Madrid para opositar a una cátedra de
Latín y, poco después de su llegada a la capital, contrajo una pulmonía que le
provocó la muerte fulminante el 29 de marzo.
Por
este motivo no llegó a ver impresa su obra, aunque fue editada en “La
Tipografía de la Derecha” de Zaragoza ese mismo año. Estaba dedicada al M. I.
Ayuntamiento de la ciudad de Borja “que representa sus gloriosas tradiciones”.
Javier Lerín ha estudiado las pequeñas modificaciones introducidas respecto al
texto original, en un artículo que publicaremos en Cuadernos de Estudios Borjanos.
El
ejemplar que hemos conseguido lleva tapas duras troqueladas y los cantos son
dorados. En su interior aparece una emotiva dedicatoria cuyo texto es el
siguiente: “A D. Mariano Nogués, concejal del M. I. Ayuntamiento de la ciudad
de Borja. Acepte V. esta leyenda dramática como recuerdo de su malogrado amigo
Emilio. Su desconsolado padre. Felipe Alfaro”.
No
es el único ejemplar dedicado que conocemos y, al parecer, el padre del poeta
tuvo el detalle hacer llegar ejemplares, especialmente encuadernados, a algunos
miembros de la corporación y a otros amigos de su hijo.
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