Alfonso V fue el
monarca que concedió a Borja el título de ciudad y otros privilegios. Sin
embargo, ese proceso no estuvo exento de contrariedades para los borjanos, pues
el monarca utilizó a Borja como instrumento para sus intereses.
Hay que recordar que,
tras la muerte de la reina Dª Violante que la tenía como cámara, la entonces
villa se incorporó a la Corona. Muy poco después, a raíz de los problemas
suscitados con Castilla, el rey ofreció al condestable D. Álvaro de Luna, la donación
de Borja y Magallón, a cambio de su mediación ante el monarca castellano. Fue
el condestable quien rehusó el ofrecimiento que ya se había materializado en un
documento, por lo que los habitantes de Borja respiraron aliviados, al saber
que no se convertirían en vasallos de un señor “extranjero”.
No duró mucho su
alegría, dado que el rey decidió recompensar al conde de Castro y al maestre de
Alcántara, D. Juan de Sotomayor, concediéndoles el señorío de Borja y de otros
lugares.
Fue entonces cuando los
borjanos apelaron al rey, pidiéndole una compensación por los perjuicios que les
iba a ocasionar esta modificación en su estatus, que pasaba de villa de
realengo, a villa de señorío. Alfonso V que, en aquellos momentos estaba en
Borja, atendió a la solicitud, y el 11 de febrero de 1428, les eximía del pago
de pechas, en el caso de la población volviera a la Corona. Curioso privilegio,
dado que en nada comprometía, por el momento, al monarca que considerable
improbable el retorno a la Corona de una plaza que acababa de ceder.
Afortunadamente, volvió y la hizo ciudad aunque, como han señalado prestigiosos
investigadores, casi al mismo tiempo la donó en señorío, como “villa de Borja”,
lo que viene a demostrar el descontrol de una cancillería que, en parte, era
motivado porque el rey residía en Nápoles.
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