A la
entrada del Museo Arqueológico de Borja, junto al mostrador de atención al
público, se exhibe esta vasija de considerables dimensiones, a cuyo hallazgo de
hizo referencia en presentación del libro Recordando a Francisco Domínguez
Pablo a través de sus artículos.
La
pieza fue encontrada, de manera accidental, en una finca situada cerca del
molino de Rivas, cuando el propietario estaba labrando. Creyendo que, en su
interior, podía existir un “tesoro”, rompió con la azada la boca de la misma.
Después avisó al Centro de Estudios Borjanos que, en aquellos momentos,
iniciaba su andadura.
Allí
se desplazaron un grupo de jóvenes, entre los que se encontraba Manuel Jiménez
Aperte, Eusebio Aznar y el actual Presidente del Centro. Probablemente estaba
también José Viamonte. Tras un duro trabajo, dada la profundidad a la que se
encontraba, pudo ser extraída, fijando su perímetro con un cordel, dado que los
golpes recibidos, con anterioridad, le habían provocado unas fisuras.
Se
sacó entera y en un carro, propiedad de la familia Rivas, se transportó a su
domicilio de la calle Moncayo, protegida con una manta de coger olivas. Allí se
conservó hasta su traslado al museo, aunque hubo que restaurarla, pues en el
último momento sufrió un percance.
Sirvan
estas fotos como testimonio de aquella actuación y del trabajo llevado a cabo
por un grupo de voluntarios que evitaron la pérdida definitiva de este
interesante testimonio arqueológico.
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