El 21 de febrero de 1151 falleció D. Pedro de
Atarés, un destacado personaje especialmente vinculado a Borja, de la que fue
tenente de honor. A pesar de su importancia histórica no se conocen demasiados
datos de su biografía. Sabemos que nació antes de 1083 en el castillo de Atarés.
La mayoría de los autores afirman que era hijo del infante D. García y de Dª
Teresa Caxal, una dama de la alta nobleza castellana.
El
padre de D. García era Sancho Ramírez, hijo natural de Ramiro I, por lo que D.
Pedro era biznieto, por línea natural, de dicho monarca y miembro de una
destacada familia aragonesa. Por otra parte, los Caxal también eran de estirpe
real.
La
primera vez que aparece D. Pedro en la Historia es, con ocasión de una donación
efectuada por el rey Sancho Ramírez al monasterio de San Juan de la Peña, en 1094,
donde figura como “señor de Sos y de Ejea”. El dato puede ser cierto, aunque
esas localidades se perdieron poco después y no fueron reconquistadas hasta la
época de Alfonso I. Por otra parte, la fecha de 1094 tampoco se ajusta a la
edad del personaje, pues de ser cierta tendría entonces poco más de 11 años,
algo muy improbable.
Lo que
no ofrece discusión es su presencia en la reconquista de las tierras próximas
al Moncayo, en las que tuvo especial protagonismo D. Gastón de Bearne que
recibió Borja, en tenencia de honor, hasta su muerte acaecida en 1130.
Le
sucedió D. Pedro de Atarés que, por otra parte, era yerno de D. Gastón por su
matrimonio con su hija Garcenda. Desde el 30 de abril de 1132, Borja fue la
cabeza de un importante territorio bajo su control, ya que a los señoríos familiares
de Javierre y Latre, unió los de Mallén, Novillas, Alberite, Magallón, Grisel y
Samangos, así como los de Sos y Ejea que le fueron confirmados. Cuando, en
1135, Ramiro II le hizo merced del señorío de Huesca, D. Pedro se convirtió en
una de los hombres más poderosos del reino. Ya lo era antes, dado que su nombre
se barajó para suceder a Alfonso I, tras su inesperada muerte, dando lugar a la
leyenda de las inexistentes Cortes de Borja. Su trayectoria personal y su
posición en las contiendas dinásticas de la época han sido objeto de numerosos
trabajos, a los que remitimos.
Su
figura está relacionada con la fundación del monasterio de Veruela y la leyenda
posterior de la aparición de la Virgen en el transcurso de una tormenta. En esa
misma leyenda se relata que la imagen de la Virgen se conservó en el castillo
de Borja hasta la construcción del monasterio.
Allí
fue sepultado, bajo una sencilla lauda situada en el acceso a la iglesia desde
el claustro. Después se construyó un mausoleo en el presbiterio del templo y,
en la actualidad, sus restos se conservan en la capilla de San Bernardo.
También
jugó un papel destacado, junto con su madre, en la construcción de la catedral
de Tarazona pero, su especial relación con Borja tiene otra justificación pues
fue la familia de los Borjas quien para ennoblecer su origen, cuando iniciaba
su ascenso social, se quiso hacer descendiente de D. Pedro de Atarés y, de esta
forma, entroncar con la casa real aragonesa. Por lo tanto, D. Pedro se
convirtió en el principal punto de unión de los Borja y Borja, mediante una
ficción creada por la propia familia.
El 21
de febrero de 1659 murió, combatiendo contra los turcos, D. Agapito Salvador y Pardo. Era caballero de la Orden de San Juan
de Jerusalén, de Rodas y de Malta. Su hermano Leandro que, en aquellos
momentos, era comendador de Mallén, le dedicó una lápida a su memoria que se
conserva en el deambulatorio de la iglesia parroquial de esa localidad. No está
enterrado allí pues, como se indica en la inscripción “tumulatum ignoras”, se ignora el lugar donde fueron sepultados
sus restos que, probablemente, serían arrojados a la mar.
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