Cuando
ayer publicamos una noticia sobre la recuperación de una pieza arqueológica que
ahora se exhibe en el Museo Arqueológico de Borja, en la fotografía que
mostraba su actual emplazamiento destacaba esta excepcional celosía, situada
sobre el hastial de la antigua iglesia de San Miguel que hoy alberga al citado
museo.
Construida
en 1608, como cierre del coro en el que la comunidad de religiosas clarisas
del convento contiguo seguían las ceremonias litúrgicas hasta que dispusieron
de templo propio, fue considerada el “canto de cisne” del arte mudéjar en
nuestra zona, aunque hoy sabemos que fue construida por alarifes cristianos que
siguieron trabajando aquí, tras la expulsión de los moriscos.
Pero
la existencia de esta celosía era desconocida, siendo uno de los hallazgos que
se produjeron en el transcurso de las obras de restauración de la iglesia. En
la fotografía superior puede verse el estado del edificio antes de comenzar la
rehabilitación. Al fondo aparece el vano de la antigua puerta de acceso,
completamente enlucido. Al picarlo, dado que la parte inferior es de piedra
sillar, apareció la celosía, cegada con yeso, que fue retirado cuidadosamente,
hasta su completa recuperación.
También
se encontraron los vanos de las ventanas del antiguo templo medieval, ocultas
tras las sucesivas reformas a las que fue sometido, la última de las cuales
consistió en dotarle de una bóveda de lunetos que tapaba la primitiva de madera
sobre arcos fajones.
En una
de las capillas se encontró, bajo la cal, un conjunto de pinturas murales, con
tracerías mudéjares entre los arcos de la bóveda y con motivos renacentistas en
los muros. También fueron restaurados, al igual que los escasos restos de la
decoración pictórica del presbiterio.
Hemos
creído conveniente recordar, con estas antiguas fotografías el proceso de
restauración de uno de los más interesantes monumentos de Borja, declarado Bien
Catalogado del Patrimonio Cultural de Aragón, que estuvo a punto de desaparecer
y se salvó gracias al empeño del M. I. Ayuntamiento, tras su cesión por el
obispado, y la ayuda económica de la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza
que hizo posible su transformación en varias fases, a cargo de la Brigada
Municipal.
La
instalación posterior, en su interior, del Museo Arqueológico ha contribuido a
difundir la importancia de este monumento, así como de las colecciones que
alberga, siendo uno de los principales elementos de la amplia oferta cultural
de nuestra ciudad.
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