En la
calle de la Concepción de Borja existió hasta hace muy poco un conjunto de
casas muy homogéneo, de características similares. Todas eran de la misma
altura y sus vanos estaban resaltados por una franja en torno a los mismos.
Desgraciadamente
la unidad se perdió con la construcción, sobre el solar de algunas de ellas,
nuevos edificios que no respetaron la altura ni la tipología común a todas
ellas, tanto en la zona próxima a la calle de Goya como en el tramo que sigue al
acceso a la plaza de España.
Las
características que hemos comentado y el hecho de que una de ellas englobara a
la portada de acceso lateral al templo de convento, sugería la posibilidad de
hubieran tenido relación con el mismo.
De
hecho, existía la tradición de que pertenecieron a las religiosas y que en
ellas residían viudas que deseaban participar en la vida comunitaria, sin
profesar en el convento, de una manera similar a los antiguos beaterios, aunque
en este caso se trataba de conjuntos de viviendas sin vinculación con un
claustro femenino.
Ahora,
D. Guillermo Carranza Alcalde nos ha aportado una prueba de lo que
sospechábamos, al encontrar en el Boletín
Oficial de la Provincia de Zaragoza, el anuncio de la venta de los bienes
incautados al convento de la Concepción, entre los que se encuentran las
citadas casas. Entre ellas se hace mención a la que se encuentra sobre la
entrada del convento.
Hay que
recordar que, en aquellos momentos, la Iglesia impuso la pena de excomunión a
todos los que adquirieran bienes desamortizados. Por ello, las personas
adineradas recurrían a la argucia de utilizar un testaferro, generalmente
alguna persona a su servicio, a la que después volvían a comprársela y, comoquiera
que la segunda transmisión ya no estaba penada con la excomunión, evitaban esa
condena.
No
obstante, hubo arrepentidos que, ante la imposibilidad de devolver la propiedad
a los respectivos conventos, decidieron llevar una vida de penitencia y oración,
recluidos en esas casas. Esta podría ser una solución muy adecuada para alguno
de sus propietarios actuales que encerrado en la casa de la que fueron
despojadas las religiosas, podría practicar el “Ora et labora” de la regla benedictina, cuidando las flores de sus
balcones, como de hecho ya está haciendo.
A la
vista de lo expuesto queda pendiente de averiguar la época en la que fueron
construidas y el destino real que tuvieron, dado que en el momento de la
Desamortización, siempre se refieren a ellas como “arrendadas”.
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