martes, 29 de mayo de 2018

Sobre la fecha de la Reconquista de Borja


         Recientemente, el Prof. D. Guillermo Fatás Cabeza, en uno de los interesantes artículo con los que cada domingo nos regala en Heraldo de Aragón, hacía referencia a la proximidad del 900 aniversario de la Reconquista de Zaragoza en donde, como es sabido, entró Alfonso I el Batallador el 18 de diciembre de 1118.

         Hacía referencia, asimismo, al destino final del último monarca de la taifa zaragozana, que terminó asentándose en Rueda y Borja, lo que tuvo como consecuencia un cierto retraso en la toma de nuestra ciudad, que algunos autores fijaban en el año 1119, pero que actualmente se considera que tuvo lugar más tarde. Dado el interés que ello tiene para la historia borjana, queremos hacer referencia a esta cuestión, como preparación a un acontecimiento histórico que, en su momento, habrá que conmemorar.




         Borja fue una de las plazas más importantes de los banu Qasi, familia muladíe descendiente del “conde” Casio, gobernador de la ciudad durante la etapa visigoda. Pero, tras su desaparición, el poder de la taifa de Zaragoza quedó en manos de la familia de los Tuyibíes, que no eran conversos, sino de origen yemení, llegados a tierras aragonesas en los primeros momentos de la dominación musulmana.

         En un momento determinado intentaron liberarse de la dependencia del califato de Córdoba, por lo que, en 934, Abd al-Rahman III se vio obligado a intervenir para reducir a lealtad a Muhammad ibn Hasim. En esa expedición, el califa ocupó las plazas de Tudela, Tarazona y Borja.




         Fue entonces, cuando Abd al-Rahman III mandó construir las murallas que cercaban el cinto o alcazaba y de las que se conservan restos importantes, declarados Bien de Interés Cultural, que están a la espera de una investigación minuciosa y de una adecuada rehabilitación.



         En 1039, el último tuyibíe fue reemplazado por Sulayman ibn Hud, fundador de la dinastía Hudí, cuando la taifa de Zaragoza ya era independiente. Los bani Hud eran de origen árabe y habían llegado a al-Andalus en época temprana.

         El más importante de sus miembros fue su hijo, el conocido como al-Muqtadir (el poderoso) que gobernó Zaragoza entre 1046 y 1082, en una etapa de gran esplendor. Combatiendo con él murió el rey Ramiro I de Aragón y tuvo lugar el lamentable acontecimiento de la conquista cristiana de Barbastro y su posterior recuperación; en uno y otro caso con inauditos episodios de crueldad.



         Fue al-Muqtadir quien mandó edificar, en las proximidades de Borja, un palacio de recreo en cuya construcción trabajaron destacados alarifes y que, posteriormente, dio origen a la localidad de Maleján. Un testimonio de la belleza del mismo era el desaparecido arco aquí reproducido que, en opinión del Prof.  Cabañero, constituía la primera manifestación conocida de la profunda renovación decorativa llevada a cabo en la taifa zaragozana, en época hudí, y constituyendo un precedente del palacio de la Aljafería, construido posteriormente por el mismo monarca.  



         A su muerte, dividió el reino entre sus dos hijos, Yusuf y Mundir. El primero, conocido como al-Mutamin conservó Zaragoza, mientras que el otro se quedó con la parte oriental, Tortosa y Denia. Las disputas fueron constantes a lo largo del reinado, con intervención de los monarcas cristianos a favor de uno y otro bando. El Cid Campeador que había sido un gran amigo de su padre apoyó siempre a al-Mutamin que, finalmente, falleció en el otoño de 1085.
         Le sucedió su hijo Ahamad al-Mustain, cuando las tropas de Alfonso VI de Castilla sitiaban Zaragoza. Ante su aparada situación, al-Mustain decidió llamar en su ayuda a los almorávides que, el 23 de octubre de 1086, derrotaron a Alfonso VI en el llano de Sagrajas, cerca de Badajoz.

         Pero, los almorávides que habían acudido en ayuda de los reinos de táifas, no tardaron mucho en deponer a sus monarcas y tomar el control de todos ellos, en un intento de devolver la unidad a los territorios de al-Andalus. A Zaragoza la respetaron mientras vivió al-Mustain pero, poco después de acceder al trono su hijo, en 1110, con sus tierras amenazadas por todas partes por las tropas cristianas, fue derrocado y los últimos años de su existencia, el reino de Zaragoza fue regido por gobernadores almorávides.




         Imad al-Dawla, el último rey de Zaragoza, se refugió en el castillo de Rueda y en su palacio de Borja, adonde el gobernador almorávide envió una expedición de castigo en 1116, aunque no debió tener graves consecuencias, dado que aquí continuaba cuando Alfonso I el Batallador se hizo con el control de la actual capital aragonesa.
         La toma de Borja hay que retrasarla al menos hasta 1122, año en el que Alfonso I e Imad al-Dawla, suscribieron una capitulación muy ventajosa para los musulmanes, dado que se les permitió residir en el interior de la ciudad varios años, limitándose el control cristiano al establecimiento de una pequeña guarnición en la alcazaba. Se aduce como una de las razones para ello el que el depuesto monarca zaragozano había sido aliado de los cristianos en sus enfrentamientos con los almorávides.
         Como garantía del pacto, hubo un intercambio de prisioneros entre los que se encontraban por parte cristiana “la hija de Alcart non Ferrich y la hija de su hermano Domingo”, que probablemente estaban en Borja.
         Transcurrido el tiempo establecido en la capitulación, los musulmanes salieron de las casas que habitaban en el interior, para establecerse en el nuevo barrio creado junto al río Sorbán. Comoquiera que, con anterioridad, ya habían llegado pobladores cristianos, se suele argumentar que ello influyó para que todas las iglesias borjanas se levantaran fuera de las murallas, como así sucedió con Santa María, San Miguel y San Bartolomé, sin que se pueda descartar la existencia previa de alguna comunidad mozárabe.
         Como resumen, y a la vista de lo expuesto, hay que descartar el año 2019 como fecha para la celebración del IX centenario de esa efeméride, pudiendo hacerlo tres años después, coincidiendo con la de la citada capitulación que dio paso a una nueva etapa de nuestra historia.

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