Aunque
los más pesimistas no lo llegaron a creer, lo cierto es que, como se había
anunciado, la restauración de la ermita del Gañarul estará ultimada al
finalizar este año. En estos momentos se está procediendo ya a colocar su
cubierta, mientras está prácticamente terminada la rehabilitación de sus
fachadas.
Ayer
nos llegó, con la puntualidad que le caracteriza, el informe que semanalmente
nos remite Pedro Domínguez Barrios, que está haciendo un seguimiento constante de
las obras.
La
semana anterior veíamos como habían sido colocadas las cerchas y ahora se ha
procedido a colocar las correas de madera (que son las vigas longitudinales
entre las cerchas), en su posición. Han sido apoyadas en sus extremos, en
asientos de chapa galvanizada, anclados a las cerchas.
Antes
de que ese entramado de madera dificultase el trabajo sobre las bóvedas, se
procedió a rellenar los hombros de las mismas (espacio triangular en el
trasdós, sobre el enjarje de los arcos) con arena de sílice. Esta medida
contribuye a la estabilidad de las bóvedas, contrarrestando sensiblemente su
empuje.
Colocadas ya todas las
correas, se ha clavado a ellas un tablero de madera de ripia formado por piezas
de 15 centímetros de ancho y 2,2 de espeso, al que se le ha dado un tratamiento
contra hongos y xilófagos, al que igual que se hizo con las cerchas y las
correas. El espacio restante desde el inicio del tablero al extremo del alero,
se ha rellenado con mortero de cal con la forma de la pendiente.
Conformados ya los dos
planos inclinados de la cubierta, se está procediendo a colocar sobre los
mismos la placa impermeable de “Onduline”, fijada a los tableros mediante
clavos galvanizados con arandelas de neopreno, sobre la cual se fijarán las
tejas tradicionales.
Estamos, por lo tanto,
ante la fase final de la cubierta así como de la fachada noroeste en la que,
paralelamente, continúan los trabajos pendientes.
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