lunes, 7 de octubre de 2019

Santiago Galindo Herrero en la Torre de Alfaro


         Cuando hace unos días publicamos esta bonita fotografía, hubo algunas personas que no identificaron el lugar al que correspondía. Se trata de la Torre de Alfaro, situada muy cerca de Maleján, en el camino que cruzando el Huecha conduce al término del Campo.




         Había sido mandada construir por D. Emilio Alfaro Lapuerta, con elementos procedentes de antiguas casas de Borja y de otros lugares. Nacido en nuestra ciudad el 16 de febrero de 1903, fue un destacado periodista que inició su labor en El Día, pasando después a La Voz de Aragón, siendo nombrado más tarde director de la Hoja del Lunes, al frente de la cual estuvo hasta su fallecimiento. Durante su vida fue un incansable defensor de nuestros valores, por lo que fue distinguido título de Cronista Oficial de la ciudad.



         Su torre era lugar de reunión de destacados intelectuales de la época. Uno de los que la visitaron fue D. Santiago Galindo Herrero, también periodista que desempeñó puestos de responsabilidad política y que terminó siendo nombrado Director General de la Compañía Telefónica, falleciendo el 4 de diciembre de 1977, cuando regresaba de Miami.
         En 1955, D. Santiago Galindo estuvo en la torre de Alfaro y, raíz de ello, publicó en la Hoja del Lunes que dirigía D. Emilio una larga columna, con el título “Un pueblecito del Moncayo”, en el que cantaba las excelencias de la torre y de su jardín, al que cada día bajaba el párroco de Maleján, “mosén Ramón, como alude al que desempeñara ese cometido pastoral durante muchos años, D. Ramón Bona y sobre el que manifestaba su admiración.
         Durante su permanencia en la torre coincidió con las fiestas de Maleján, asistiendo al tradicional baile del roscón y a su desfile por las calles de la localidad, acompañado por los danzantes.

         Le sorprendió gratamente el clima de hermandad de la fiesta, hasta el punto de terminar su artículo con la frase: “Yo he visto el milagro en un pueblecito del Moncayo”.





         Reproducimos el artículo completo, a pesar de su extensión y su formato que obliga a fraccionarlo, como testimonio de una época y de la impresión que nuestras tradiciones causaban a las personas llegadas de fuera, aunque en este caso D. Santiago Galindo fuera aragonés.

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