domingo, 24 de noviembre de 2019

El Patrimonio Cultural Inmaterial de Agón III


         Finalizamos la serie dedicada al Patrimonio Cultural Inmaterial de Agón con esta entrega en la que destacamos algunas de sus tradiciones más importantes.
         Ya destacamos en un artículo anterior la costumbre que había de bendecir el día de la fiesta de San Blas (3 de febrero) canastillos con pan dulce y no dulce, cebada en grano, avena y cebada en rama que luego se distribuían entre las personas y los animales, luego sustituidos por los “rosconcicos de San Blas”.





         El día 29 de abril se celebra la fiesta de San Pedro Mártir, Patrón de la localidad desde 1643. La forma de llevarla a cabo era descrita en la consueta de 1878, en la forma siguiente: En la tarde de la víspera se lanzaban las campanas al vuelo y después se cantaban Completas y la Salve, seguidas del rezo del Santo Rosario y la novena.

         El día 29, comenzaba con el canto de Tercia y luego partía de la iglesia parroquial la procesión con la imagen del Santo, considerado protector contra las hernias, por lo que las madres concurrían al paso de la misma, llevando a los niños enfermos y una vela en la mano. En el transcurso de la procesión se arrodillaban tres veces, una a la salida de la iglesia, otra en la placeta y la tercera al retornar al templo. En cada una de esas paradas, se pasaba la peana del Santo sobre las madres y los hijos arrodillados.



         Después, se celebraba una Misa Solemne con sermón y acompañamiento musical, en la que se daba a venerar la reliquia del Santo, conservada en un relicario de plata, y se bendecían las llamadas “palomas”, elaboradas con pan bizcocho.

         Al día siguiente, los jóvenes de la localidad, obsequiaban al Patrón con otra fiesta igual que la anterior que había corrido a cargo del Ayuntamiento.



         En la actualidad, como Fiestas Patronales que son, el Ayuntamiento programa una serie de actos durante varios días, entre los que destacan la Solemne Eucaristía del día 29, precedida por una ofrenda de flores.



         Especial devoción se ha dispensado en la localidad a San Gregorio Ostiense, cuya cabeza se venera en un gran santuario próximo a la localidad de Sorlada (Navarra), y cuyo culto ha gozado de gran tradición en nuestra comarca, como protector de las cosechas.



         Como ya señalamos existe un pilar votivo dedicado a este Santo, cuyas reliquias pasaron por la localidad, con motivo del viaje efectuado por sus reliquias, en dirección a Valencia, a raíz de una gran plaga de langosta acaecida en 1754, durante el reinado de Fernando VI.

         Allí se procedía a la bendición de los campos y viñas, el día 9 de mayo (los términos se bendecían el 3 de mayo, fiesta de la Invención de la Santa Cruz). En la consueta de 1878, se hace referencia al pasado esplendor de la fiesta que se celebraba con “hogueras, gaitero y otros festejos”. Para entonces, todo había quedado reducido a una procesión hasta el pilar, donde tras efectuar la bendición, se retornaba a la iglesia para celebrar una Misa. Una tradición de este día es el consumir las “culecas” que, en otras localidades es propia del día de San Jorge, pero aquí como en Alberite de San Juan, Bisimbre y Fréscano se lleva a cabo el día de San Gregorio.




         El segundo domingo de mayo se realizaba una romería a la ermita, donde se veneraba la bella imagen medieval de la Virgen de Gañarul. Cuando la ermita fue abandonada, la imagen fue llevada a la iglesia parroquial, pero en los últimos años se recuperó la romería, como gesto reivindicativo para lograr la restauración del templo, que finalmente se consiguió.



         Sin embargo, la fiesta litúrgica tiene lugar en la capilla que, actualmente, tiene dedicada en la parroquia, precedida por la procesión que recorre las calles de la localidad.




         Además, el Ayuntamiento organiza una comida popular en la plaza que, generalmente, consiste en una gran paella y que suele ir acompañada por alguna actuación musical.


         El  29 de mayo de 1871, padeció Agón una terrorífica inundación ocasionada por una excepcional crecida del río Huecha. Los daños materiales y personales fueron cuantiosos, tanto por la devastación de las aguas, como por la epidemia que se desencadenó después.




         Como consecuencia de ello, los vecinos tomaron el acuerdo unánime de celebrar cada año, en esa misma fecha, una fiesta votada en honor del llamado Santo Cristo de la Capilla. El autor de la consueta, el párroco D. Antonio Castán, dejó escrito un relato de lo acaecido ese día. Al describir la fiesta, que se celebraba con la solemnidad habitual, señala que renunció a percibir los derechos que le correspondían “en acción de gracias al Señor, que tuvo a bien el líbrame de tantos peligros en que me encontré en tan terribles días. No tenemos constancia de esta fiesta se siga celebrando, a pesar de la obligación que impone un voto perpetuo.





         Nos ha resultado llamativo que, en la citada consueta, no se haga referencia a la fiesta de  Ntra. Sra. de los Ángeles, titular de la parroquia y, en la actualidad, considerada también Patrona, celebrándose con una serie de actos que, por tener lugar en agosto, adquieren más relevancia que los de San Pedro Mártir.
         Entre ellos, destacan la procesión con la imagen de la Virgen de la que existe constancia documental a lo largo del siglo XX y la Solemne Misa que se celebra el 2 de agosto, día de su fiesta litúrgica.

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