jueves, 21 de noviembre de 2019

Visita a Idstein, Braunfels y Wetzlar



         Ayer comentamos la visita efectuada a los monumentos de Limburg y hoy vamos a referirnos al recorrido realizado el día 15 por varias localidades próximas. La primera de ellas fue Idstein, un municipio de unos 25.000 habitantes situado en el distrito de Rheingau-Taunus, a 30 kilómetros de Limburg.




         Una ciudad de gran belleza y muy cuidada en la que destaca el edificio de la cancillería, construida en 1497 por el conde Felipe de Nassau-Idstein. Sobre el casco urbano sobresale la Hexenturm o “torre de la bruja”, de planta circular y 42 metros de altura.



         Pero el motivo principal de nuestra visita era conocer la Unionskirche, un templo protestante que, hasta 1535, fue iglesia católica.





         Originalmente su fábrica era gótica pero ha sufrido diversas transformaciones hasta adquirir el aspecto actual en el que destacan las 38 grandes pinturas que decoran su techo, con escenas del Nuevo Testamento, realizadas en su mayoría por  Michael Angelo Immenraedt y su alumno Johannes Melchior Bencard de Amberes. En las barandillas que discurren por las naves laterales se pueden leer versículos de la Biblia.




         En su cripta se encuentran las tumbas de algunos de los condes de Nassau-Idstein, con grandes sarcófagos de plomo.




         Antes de partir, nos mostraron junto a la torre de las brujas y el antiguo castillo los jardines construidos por el conde Johannes von Nassau-Idstein (1603-1677) que han sido remodelados y constituyen un bello ejemplo de la jardinería de las residencias señoriales.




         La siguiente parada fue en el castillo de Braunfels, un espectacular monumento que domina esta ciudad de unos 12.000 habitantes. Construido en el siglo XII por los condes de Nassau, fue después residencia de la familia Solms-Braunfels. Destruido en varias ocasiones, la última a consecuencia de un terrible incendio en 1679, fue reconstruido como residencia palaciega que sigue siendo propiedad de la familia. En ausencia del conde, nos atendió un amable guía con el que recorrimos todas las dependencias.





         Comoquiera que no está permitido realizar fotografías en el interior, nos limitamos a dejar constancia de nuestro paso en el exterior del amplio recinto desde el que se pueden contemplar hermosas vistas de la ciudad y su entorno.




         Por la tarde nos llevaron hasta la ciudad de Wetzlar, donde pudimos encontrar señales indicadoras del Camino de Santiago, presentes también en otras localidades de la zona.




         En realidad no es una catedral, en sentido estricto, ya que no es sede episcopal, pero recibe la denominación de “Dom” que en Alemania comprende tanto a las catedrales como a las colegiatas y grandes templos.

         Su construcción se inició en el siglo XIII sin que llegara a concluirse el proyecto original. Durante la II Guerra Mundial pudo salvarse en su mayor parte.





         Desde allí fuimos a visitar el Museo Municipal que integra fondos de muy diversas características, desde obras de arte religioso a restos arqueológicos.




         Pero también hay una sala dedicada a armas antiguas y, durante estos días, una exposición temporal sobre prácticas deportivas.





         La jornada finalizó en el palacio Papius, sede de la colección privada Lemmers-Danforth, donde fuimos recibidos por su directora la Dra. Eichler quien, con la ayuda del Dr. Kloft, nos mostró la extraordinaria colección de muebles, una de las más importantes de Europa.




         Fueron reunidos por Irmgard von Lemmers-Danforth, hija del inspector de construcción e ingeniero civil Friedrich Wilhelm Johann Freiherr von Lemmers-Danforth y de su esposa Maria, nee Ahrens-Neuschlagsdorff.  Tras ejercer como enfermera, cursó la carrera de Medicina, obteniendo el doctorado en la Universidad de Tübingen.






         Pero su gran pasión fue el coleccionismo de muebles, logrando reunir esta impresionante construcción que dispuso en el palacio adquirido para ese fin que, a su muerte, fue donado a la ciudad de Wetzlar, con la condición de que se mantuviera en el mismo estado que había diseñado.

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