Ayer se celebró la festividad de Santa Cecilia, Patrona de
los músicos que la recordaron en nuestra ciudad.
Nosotros también queremos hacerlo, dando a conocer esta
bonita lámina que pudimos fotografiar en la sacristía de la “catedral” de
Frankfurt, en la que aparece la Santa mártir en su sepulcro, rodeada por una
serie de viñetas con escenas de su vida.
La iconografía dedicada a esta mártir romana es amplísima
pero una de las representaciones más hermosas es la pintada por Rafael Sanzio,
en la plenitud de su carrera artística, para la iglesia de San Giovanni in
Monte de Bolonia. En ella aparece la Santa rodeada, de izquierda a derecha por
San Pablo (con la espada con la que fue decapitado), San Juan Evangelista, San
Agustín (con báculo y capa pluvial) y Santa María Magdalena (con la redoma de
los perfumes en la mano).
En la composición no sólo destaca la mirada arrobada de
Santa Cecilia, sino la llamativa belleza de un San Juan, casi adolescente.
Además, del órgano portátil que la mártir lleva en sus manos, a sus pies se
agolpan otros muchos instrumentos musicales que hacen referencia a su
patronazgo que, sin embargo, está basado en un error de transcripción de las
Actas de Santa Cecilia, redactadas en el siglo IV, y que constituyen la única
fuente sobre su vida, de la que apenas se conoce nada, salvo esas referencias
legendarias.
El párrafo que convirtió a la Santa en patrona de los
músicos fue leído como “Venit díes in quo
thalamus collacatus est, et, canentibus organis, il•la in corde suo soli Domino
decantabat: Fiat Dómine cor meum et corpus meus inmaculatum et non confundar”.
La palabra “canentibus”
fue interpretada como “cantatibus” y
“organis” como órgano, aunque el
singular sería “organum”. De esta
forma se leía que Cecilia el día de su matrimonio cantaba al órgano ese
versículo con el que rogaba al Señor mantener la virginidad que le había
consagrado.
Pero todo partía del error de transcribir “candentibus
organis” por “canentibus organis”, como aparece en la más antigua versión de
las Actas, de manera que a lo que se hacía referencia era a los instrumentos
incandescentes con los que fue torturada y no al canto acompañado de un órgano.
En estas dos imágenes, la primera atribuida a Giovanni Maria
Chiodarolo e Cesare Tamaroccio y la segunda un grabado conservado en la
Biblioteca Nacional, se puede ver a la Santa sometida al tormento del fuego,
antes de ser finalmente decapitada.
Pero, el error que hemos comentado hizo que triunfara la
versión de Santa Cecilia tocando el órgano, como en esta obra de Ambrosius
Benson, en la que aparece ataviada como una rica dama y que los músicos la
adoptaran como patrona.
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