D.
Manuel Giménez Aperte nos ha donado un cuadernillo con la recopilación de ocho
artículos de D. Emilio Alfaro Lapuerta con el título genérico de “La verdad
sobre Fernando el Católico” en los que se transcribe la conferencia que sobre
esa cuestión pronunció en el Ateneo de Zaragoza. No consta la fecha en la que
fueron publicados ni el medio de comunicación en el que aparecieron, aunque por
la tipografía utilizada pudiera ser El
Noticiero. Están encuadernados con cartulina proceden de un encarte de
propaganda médica, por lo que es probable que fueran reunidos por su hijo D.
Emilio Alfaro Gracia, médico de profesión.
D.
Emilio, como era conocido aquí, había nacido en Borja el 16 de febrero de 1903.
Profesó un especial cariño a su ciudad natal a la que siempre favoreció dentro
del límite de sus posibilidades. Por ello le fue concedido el honorífico título
de “Cronista Oficial” que él, periodista de vocación recibió con orgullo.
Su
otra gran pasión fue la reivindicación de la figura de Fernando el Católico y
en el primero de los artículos de esa serie que comentamos enlaza sus dos
amores, Borja y el Rey Católico.
Nos ha
hecho ilusión esta donación, dado que viene a sumarse a otras obras suya que
conservamos en nuestra biblioteca, como El
espíritu aragonés y Don Fernando el Católico que recoge la conferencia que
pronunció en el Ateneo de Madrid el 13 de marzo de 1952.
O Fernando el Católico y la Hispanidad
que, con motivo del V Centenario del nacimiento del rey, editó el Instituto
Cultural Hispánico de Aragón, una entidad de cuya Junta Rectora formaba parte
D. Emilio y cuya actuación fue decisiva para la recuperación de la casa natal
del monarca en Sos del Rey Católico, razón por la que le fue dedicada una calle
en esa villa, algo que no ocurrió aquí.
Entre
otras obras relacionadas con él no queremos dejar de citar la Biografía entrañable de Emilio Alfaro
Lapuerta que, con ocasión de su fallecimiento el 27 de enero de 1957, quince
días antes de cumplir los 54 años, publicó “La Cadiera”. Esa entrañable
semblanza la firmaba D. Ramón Lacadena Brualla, marqués de la Cadena, y
compañero de Alfaro en muchas empresas. En ella relataba algunas anécdotas
curiosas como la petición que le formuló D. Emilio, en 1924, para que
escribiera un entremés baturro que pudiera ser estrenado en Borja, con ocasión
de la Feria de Septiembre, por la compañía de aficionados locales que dirigía
su hermana. No pudo negarse el marqués de la Cadena y, con la ayuda de Alfaro,
concluyó el entremés que “no estaba mal”. Con la obrita en la mano vinieron a
Borja y cuando se la entregaron a la hermana de D. Emilio para que la estrenara
al día siguiente, “su hermana, que era una gran actriz aficionada, no tiró a
Emilio por la ventana y a mí de paso por hacerle eco”, por pura casualidad.
Lógicamente, la obra quedó inédita.
El
marqués de la Cadena recordaba que la “aventura” le sirvió “para pasar día y
medio en Borja, en casa de una familia adorable”. Decidieron regresar a bordo
del Escachamatas que salía a la una y cuarto, pero D. Emilio era un hombre
tranquilo y se pusieron a comer a la una menos diez. Afortunadamente, el
Diputado a Cortes D. Mariano Tejero que también iba a viajar en el mismo tren,
enterado de lo que ocurría, consiguió detener el impulso del Jefe de Estación
de “hacer sonar el pito y decir la desaparecida arenga de: Señores viajeros al
tren”. El convoy salió al fin con retraso, pero eran otros tiempos y la
puntualidad nunca fue una característica de nuestro legendario ferrocarril.
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