El
sábado día 15 visitamos Frankfurt, una ciudad de cerca de 750.000 habitantes,
situada a orillas del río Meno que pudo ser capital de Alemania y que, en la
actualidad es la quinta en número de habitantes, detrás de Berlín, Hamburgo,
Múnich y Colonia. Sin embargo, su importancia económica es enorme, habiéndose
convertido en el capital financiera de la Unión Europea. Allí se encuentra la
sede del Banco Central Europeo, el Deutsche Bundesbank, la Bolsa de Fráncfort y
una feria que acoge numerosos eventos. Por otra parte, su aeropuerto
internacional y su estación central son nudos de comunicaciones que acogen a
numerosos viajeros.
El motivo principal de la visita era conocer su catedral,
que logró sobrevivir, en gran parte, tras el terrible bombardeo aliado de 22 de
marzo de 1944, cuyos efectos muestra la fotografía situada en el pórtico del
templo.
La catedral, que
tampoco lo es en sentido estricto, está dedicada a San Barrtolomé y presidida por un retablo que procede de la
iglesia de Santa Catalina de Salzwedel, es un templo gótico, construido a
partir de 1250, cuya importancia radica en el hecho de que allí eran elegidos
los reyes alemanes y fueron coronados 16 de los 23 Káiseres.
Bajo la gran torre de 95 metros, reconstruida tras el
incendio declarado en 1867, se encuentra este magnífico grupo de la
Crucifixión, obra de Hans Backoffen, a quien le fue encargado en 1509, por el Consejero
Jakob Heller, y en el que destaca el tratamiento diferente que dio a la figura
de los dos ladrones. El buen ladrón, desnudo como Cristo y el mal ladrón con
traje de soldado.
Junto a una serie de trípticos de gran interés artístico,
destacan las laudas sepulcrales situadas en las paredes del templo, entre ellas
la del conde Günther von Schwazburg, fallecido en 1349.
El único retablo original de la catedral es el de dormición
de la Virgen, donado en 1434, en el que tanto María como los Apóstoles que la
rodean en su tránsito están representados con enorme realismo.
Como es habitual en las reuniones de Europae Thesauri
pudimos visitar los almacenes de la catedral donde nos mostraron diversos
ornamentos litúrgicos, ricamente bordados en oro.
Después recorrimos el museo de la catedral, ubicado en el
claustro, donde se muestran valiosas piezas de orfebrería, esculturas y
ornamentos litúrgicos.
La visita programada finalizó en la Haus am Dom, que es un
centro cultural de la Diócesis de Limburgo, de la que depende Frankfurt y en la
que se desarrolla un extraordinaria labor. En su planta inferior pudimos ver
una exposición con los hallazgos arqueológicos de las excavaciones realizadas en
la catedral.
Por nuestra parte, decidimos permanecer en la ciudad un día
más, recorriendo el Römer, con sus antiguos edificios reconstruidos tras el
bombardeo de 1944. Allí se encuentra el Ayuntamiento, donde antiguamente se
reunían los príncipes electores, y la iglesia de San Nicolás, que era el templo
de concejo y sus familias, cuya torre está rematada por un chapitel apuntado.
Sobre sus edificios sobresale el rascacielos del Commerzbank
que, con sus 258,70 metros de altura es aún el más alto de Europa.
Muy cerca se encuentra el Museo de la Ciudad, que no pudimos
visitar dado el escaso tiempo disponible, pero que se alberga en un edificio
moderno de llamativa arquitectura.
Otro lugar emblemático es el Eiserner Steg, un puente
peatonal construido en 1869, por iniciativa de los ciudadanos de Frankfurt,
sobre el río Meno. Fue diseñado por el ingeniero Peter Schmick y reconstruido
tras ser volado por la Wehrmacht en los últimos días de la guerra. Sus barandillas están cubiertas por los
inevitables candados y en parte central hay una inscripción en griego, cuya
traducción viene a decir “Conduzco sobre el mar rojo vino a personas de otras
lenguas”, entre ellas nosotros que lo cruzamos, contemplando diversas
panorámicas de la ciudad.
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