Una parte de las sesiones de la reunión de Hispania Nostra y, en concreto, la que contó con la intervención de nuestro Presidente, tuvieron lugar en la isla del Lazareto, lo que permitió conocer la impresionante construcción de lo que fue una de las mejores instalaciones europeas destinadas a la prevención de enfermedades infecto-contagiosas que, afortunadamente, ha llegado hasta nuestros días prácticamente intacta, constituyendo una impresionante muestra de la arquitectura sanitaria.
El lazareto de Mahón está situado en una
parte de la isla que lleva su nombre que, inicialmente, estaba unida a tierra.
Curiosamente, el resto de la isla es de propiedad privada. En la imagen se
pueden apreciar las características de sus instalaciones que están rodeadas de
una doble línea de murallas.
Aunque ya hemos dedicado otros
artículos a esta cuestión, conviene recordar que los lazaretos fueron creados
para prevenir la transmisión de las epidemias a través de los buques que eran
obligados a fondear en sus aguas, con el fin de someter a sus dotaciones a una
cuarentena.
La palabra “lazareto” procede de los hospitales
de San Lázaro en los eran aislados los enfermos de lepra. La llegada de la
peste bubónica, a través de los buques que surcaban el Mediterráneo y más tarde
de la fiebre amarilla, obligó a las autoridades a establecer severos controles
que impidieran su propagación y las consecuencias catastróficas a que daba
lugar.
El primer lazareto fue el de Santa
María de Nazaret, creado en Venecia en 1403. Pero su mayor incremento se
produjo en el siglo XVIII cuando por medio de las patentes de Sanidad y las
cuarentenas se intentó poner coto a un grave problema sanitario.
El de Mahón fue creado por una orden
del conde de Floridablanca, durante el reinado de Carlos III, en 1793. En las
obras intervinieron prestigiosos ingenieros militares desde que Francisco Fernández
de Angulo diseñara el primer proyecto.
No fue hasta 1817 cuando el lazareto entró en servicio,
siendo el buque español Antonia, el primero que fue sometido a cuarentena allí.
Rodeado por una muralla de casi 2 metros de ancho y 7 de alto, jalonada por 5
torres de vigilancia, disponía de 141 habitaciones y todos los servicios necesarios
para atender a los internados: cocinas, enfermerías, almacenes…
En la muralla se abrieron puertas que conducían a las
diferentes zonas de la fortaleza donde se repartían a los afectados según una
clasificación. A una de ellas iban los denominados “sospechosos”, por proceder
de puertos en los que podía haberse declarado una epidemia. En otra, ingresaban
los que llegaban de ciudades en las que se constataba que padecían una
enfermedad o aquellos otros en los que, durante la navegación, se había dado
algún caso a bordo del buque. En ambas circunstancias las dotaciones eran sometidas
a cuarentena, con independencia de que presentaran síntomas. Finalmente, había
una tercera zona para aislar a los “apestados” aquellas personas que
presentaban síntomas evidentes de enfermedad.
En el centro del lazareto se alzaba la
capilla. Es un templete en torno al cual se disponen unas celdas dotadas de
rejas desde la que oían Misa los enfermos. El sacerdote se desplazaba desde el
templete para darles la Comunión mediante un dispositivo que evitaba el
contacto directo con ellos.
Una de las construcciones más
emblemáticas del conjunto es la torre de vigilancia que, en su origen, fue un
aljibe en el que se recogía el agua destinada a regar los huertos inmediatos.
Posteriormente, se le superpuso una caseta desde la que un centinela vigilaba
todo el recinto, aunque había otras en las murallas. Mediante ellas y la gran
altura de la cerca se pretendía evitar la fuga de los internados pero, también,
la de los trabajadores que allí prestaban servicio en circunstancias de riesgo.
El lazareto estuvo en servicio hasta
1910. Durante los más de 100 años transcurridos desde su inauguración fueron
sometidos a cuarentena más de 13.864 barcos y un total de 111.184 pasajeros y
276.693 tripulantes fueron aislados entre sus muros.
En 1993, todo el conjunto fue declarado
Bien de Interés Cultural y siguió siendo propiedad del Ministerio de Sanidad
hasta que, en 2015, pasó a poder del Gobierno Insular.
Transformado en centro cultural, acoge
en sus excelentes instalaciones a congresos, reuniones y otros eventos. Al
mismo tiempo, pueden verse en los diferentes espacios, numerosas piezas
relacionadas con su pasado, como la falúa que se conserva en la sala donde
celebramos una de las sesiones.
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