Teníamos un gran interés en conocer la fortaleza de la Mola que defendía el puerto de Mahón, pero no nos imaginábamos que la visita se iba a convertir en una experiencia inolvidable, tanto por las características de la misma como por la dureza de un recorrido que superó las tres horas, bajo un sol de justicia, por la península en la que se asienta.
Se trata de una de las mayores fortalezas
europeas construidas en el siglo XIX, a pesar de lo cual no es excesivamente
conocida. Su construcción se inició en 1850, durante el reinado de Isabel II,
pero las obras se prolongaron hasta 1875. En 1852 fue simbólicamente inaugurada
el día del cumpleaños de la Reina, dándole su nombre. La soberana visitó las
obras en 1860 y con el gracejo que le caracterizaba comentó, al desembarcar de
la falúa que le había llevado hasta allí, que creía que las escaleras serían de
oro por la cantidad de dinero que iba invertida en la edificación.
Fue edificada para defender el puerto de Mahón que, en esos
momentos, volvía a ser codiciado por las potencias europeas. En el recuerdo de
todos se encontraban los períodos en los que los ingleses habían ocupado la
isla y volvían a amenazarla ante el temor de que se convirtiera en una base francesa
cuando acababa de llevarse a cabo la conquista de Argelia.
Concebida para hacer frente a un ataque por mar, también
podía hacer frente a los que llegaran por tierra, merced al gran foso que
dividía por completo la península de la Mola en la que se asentaba, como puede
verse en esta imagen aérea.
Es imposible
reflejar en un breve comentario la descripción de todas sus instalaciones,
ofreciendo las numerosas imágenes que hicimos recorriendo patios y galerías.
Uno de los lugares que mayor impresión causa
es la galería aspillerada que defendía el foso. Tiene 390 metros y cuenta con
48 casamatas con aspilleras desde las que se disparaba. Cuando avanzábamos por
lo que parecía un recorrido interminable nos preguntábamos que ocurriría si, al
final, no encontrábamos la salida.
Pero hay otras muchas galerías, como
las que albergaban los polvorines para la munición de los cañones que formaban
parte de una defensa estructurada en tres niveles. El superior, dotado de las
piezas de mayor calibre, para la defensa remota. El medio con cañones de medio
alcance para hacer frente a los ataques por tierra y la inferior desde donde la
guarnición podía disparar sus fusiles.
Estas imágenes muestran algunos
detalles de esta enorme fortaleza que es posible recorrer adentrándose en sus
innumerables vericuetos por los que creímos perder a nuestro intrépido
acompañante. Junto con visitas individuales y guiadas, ofrece la posibilidad de
ser utilizada para determinadas ceremonias sociales.
Salimos al exterior en las inmediaciones de la llamada “Torre de la Princesa” construida en 1799 por los ingleses que, más tarde, se integró en el conjunto de la Mola. En 1958, fue parcialmente destruida por un rayo que provocó la deflagración de la pólvora almacenada en su interior.
Visitamos el gran aljibe exterior que proporcionaba
agua a la guarnición, aunque en el interior había visto también otro espacio
para el almacenamiento de agua, con sus cámaras de decantación (foto inferior).
Pasamos entre los edificios arruinados
de la antigua penitenciaría que funcionó entre 1948 y 1970, aunque
anteriormente hubo otra en la que se llevaron a cabo los terribles asesinatos
de muchos marinos y militares, al comienzo de la Guerra Civil.
Rodeado por un grueso muro con garitas de vigilancia en sus
extremos se encuentra el polvorín de la Reina que fue restaurado hace unos
pocos años por el Ministerio de Cultura. Es uno de los edificios más
espectaculares de la fortaleza. Conserva todo el piso original de madera, según
la información facilitada, aunque nos imaginamos que se refiere al solado
inferior.
En el extremo de la península, sobre el
alcantilado, se encuentran los dos cañones Vickers que constituyeron la defensa
real del puerto, hasta bien avanzado el siglo XX. Fueron fabricados en el Reino
Unido, en 1933, y transportados hasta ese lugar con ciertas dificultades, dadas
sus dimensiones y peso. Son dos enormes cañones navales ubicados en el punto
más oriental de Menorca y, por tanto, de España. Su enorme potencia de tiro, y
su calibre 38’1- hicieron de ellos dos fenomenales armas que eran capaces de
cubrir una distancia de 35 km.
Uno de ellos mantiene en perfecto
estado todas sus instalaciones, pudiendo ser visitado el interior durante las
visitas guiadas. Unos paneles informativos muestran su historia y funcionamiento,
más complejo de lo que a primera vista pudiera parecer.
Durante unos ejercicios que realizaban
cada dos años, disparando una pieza, un fallo en la transmisión de las cargas
explosivas provocó el 26 de junio de 1953 una tremenda deflagración de la
pólvora que provocó la muerte por quemaduras de dos oficiales, dos suboficiales
y 19 artilleros cuyos nombres se recuerdan en la placa dedicada a su memoria en
2019.
Aunque podríamos extendernos mucho más acerca
de esta visita del que, a nuestro juicio, es uno de los más importantes monumentos
de la isla, nos limitamos a recordar que toda la península tiene también un gran
interés natural. Allí crece la Manzanilla Mahón (Santolina chameyparissus),
especie endémica del lugar. Unos carteles informan sobre su flora y su fauna,
entre la que llegamos a ver incluso una perdiz.
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