En el término municipal de Es Castell, muy cerca de Mahón, se conserva la casa en la que residió el almirante Collingwood durante su estancia en la isla. Convertida en un hotel con encanto, es allí donde se alojó la mayor parte de la delegación borjana que asistió a la reunión convocada por Hispania Nostra, pudiendo disfrutar de los múltiples alicientes que ofrece, junto como otros turistas británicos que la eligen rindiendo tributo de admiración al ilustre marino.
Porque Collingwood fue uno de los grandes
marinos del Reino Unido, al mismo nivel que Nelson, aunque la imagen de este
último goce de mayor popularidad. Cuthbert Collingwood (1748-1810) había nacido
en Newcastle upon Tyne y con tan sólo once años embarcó en la fragata HMS
Shanon, iniciando una brillante carrera naval en la que alcanzó el grado de
Contralmirante en 1799, el de Vicealmirante en 1804 y luego al de Almirante. También
fue creado Barón Collingwood de Coldburne y Heathpool.
Participó en numerosas acciones
navales, entre ellas la batalla del cabo San Vicente y en combate de Trafalgar,
asumiendo el mando tras la muerte de Nelson, destacando por su noble comportamiento
con las víctimas de la escuadra franco-española.
Cuando su salud ya se resentía fue
nombrado comandante de la flota británica en el Mediterráneo que tenía su base
en Mahón. Allí edificó su casa en un promontorio desde el que podía acceder con
facilidad a su buque insignia el HMS Ville de París, a bordo del cual
falleció, víctima de un cáncer, el 7 de marzo de 1810 con 61 años.
Actualmente, la casa está rodeada de
jardines y dispone de una piscina en torno a la cual se encuentran la mayor
parte de las habitaciones y un hermoso mirador hacia la bahía.
Pero también es posible alojarse en el
interior de la casa que su actual propietario, un estudioso de la historia y
hombre de gran sensibilidad, ha decorado con numerosos recuerdos relacionados
con la historia del almirante y temática naval.
Desde el salón principal de la casa se
accede a las habitaciones que fueron utilizadas por el almirante, en una de las
cuales se puede compartir la estancia con el fantasma de una niña. A través de
una galería decorada con lienzos modernistas se pasa a la terraza proyectada
sobre los jardines.
Para nuestros paisanos ha sido un
auténtico privilegio el poder disfrutar de las instalaciones de esta histórica
residencia y gozar de las explicaciones de su propietario que ha sido el
responsable de su rehabilitación y de la decoración que incluye algunas obras
de indudable importancia.
Pero la casa no es el único recuerdo
del almirante que se conserva, dado que en la isla del Rey la Asociación
Menorca Britannia, que promueve la amistad entre España y el Reino Unido, le
dedicó un busto con la mirada puesta, precisamente, en la casa en donde
residió, junto al que posa Mr. Bryce Lyons, presidente de la citada asociación.
En Mahón también se recuerda al almirante
Collingwood por la ayuda que dispensó a la ciudad, al facilitar la escolta
naval que hizo posible la llegada a la isla de órgano que, para la iglesia
parroquial de Santa María, había encargado su párroco D. Gabriel Alenyà
Estarelles.
La construcción del nuevo instrumento, reconocido como uno de
los mejores del mundo por sus grandes dimensiones, su riqueza arquitectónica y
escultural y sus numeros registros de gran calidad musical, supuso una
verdadera hazaña para el párroco que, en 1804, se puso en contacto con los
organistas alemanes Johann Kyburtz y Fracis Otter.
El importe del instrumento ascendió a la cantidad de 11.200
libras que, en su mayor parte, fueron abonadas por el propio párroco. La
construcción finalizó en 1810 cuando uno de los organeros, Fracis Oter, ya
había fallecido.
El órgano tiene 3.006 tubos y 51 registros, lo que demuestra
su importancia. Dado que, en aquellos momentos, España se encontraba sumida en
la Guerra de la Independencia, la ayuda dispensada por el almirante inglés fue
decisiva para que pudiera llegar a Menorca, burlando el bloqueo naval francés.
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