Como comentábamos ayer la iglesia parroquial de Fréscano reúne un destacado conjunto de obras de Arte que responden a un programa centrado en el gran retablo central con la imagen de la Virgen del Pilar y los de San Esteban y la Virgen del Rosario que, con toda probabilidad fueron realizados por el mismo artista. En fechas relativamente recientes fueron desplazados por dos estructuras para albergar las imágenes de San Antón y la Virgen del Pilar, lo que provocó que en el crucero se amontonaran otros cuatro retablos de manera un tanto extraña.
En una de esas estructuras a las que,
con buena voluntad, se puede considerar retablo, se venera la imagen de San
Antón que el Dr. D. Alberto Aguilera ha identificado, sin ningún tipo de dudas,
como otra de las obras del escultor borjano Cristóbal Salesa. En estos momentos,
se encuentra elaborando una monografía sobre este artista al que los especialistas
apenas han dedicado atención, a pesar de su importancia y el elevado número de esculturas
que realizó.
Otro de los retablos acumulados en el
crucero, junto al de San Esteban, es el que muestran estas imágenes, la primera
de las cuales fue realizada estos días y la otra, de los hermanos Sánchez
Millán, lo fue en la década de los años 80 del pasado siglo, pudiendo
constatarse el deterioro experimentado, fruto de la suciedad que lo ha ido
oscureciendo.
Ello no justifica el que fuera identificado
como “Retablo de San Luis Gonzaga”, como aparecía en una cartela que vimos en
una anterior visita que ahora ya no estaba. Las había también en otros retablos,
con notables errores, aunque no sabemos a quién le fue confiada la misión de realizarlas.
Como habrán podido percatarse nuestros
lectores, el retablo está dedicado a San Francisco Javier, revestido de roquete
sobre la sotana y estola, en actitud de bautizar. Responde a un modelo
ampliamente difundido del gran santo jesuita, apóstol de las misiones.
Su faz barbada se aleja mucho de la de Luis Gonzaga que murió
con 23 años y suele ser representado como un joven imberbe, con sotana de jesuita,
roquete y con frecuencia abrazado al Crucifijo y con las azucenas, símbolo de
la castidad, virtud que cultivó de manera especial.
Pero, el retablo de San
Francisco Javier no es la única obra de Arte del templo que ha experimentado un
deterioro. Otra muy importante es este frontal, realizado con la técnica de scagliola
y datado en 1704, que al comparar la fotografía actual con otra de 2016, nos ha
parecido advertir que los daños ocasionados por la humedad en la parte inferior
del mismo han avanzado, por lo que sería conveniente adoptar las medidas
necesarias para frenar el daño en una pieza notable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario