La Prehistoria menorquina nos ha dejado unos impresionantes
testimonios de sus diferentes etapas y de la evolución experimentada en la vida
y las costumbres de sus gentes. Durante la reunión de Hispania Nostra, tuvimos
la oportunidad de visitar algunos de sus monumentos megalíticos más interesantes.
En primer lugar, nos desplazamos a la naveta des Tudons, una impresionante construcción, en forma de nave invertida, que se ha convertido en símbolo de la isla y es representativa del llamado período naviforme (1600-1050 a.C.), que coincide con la Edad del Bronce.
Su función era la de servir como
enterramiento colectivo, algo peculiar de Menorca, dado que ese esquema no se
reproduce en otros lugares de las Baleares. Los cadáveres eran depositados en
dos espacios superpuestos.
Dada a conocer en 1818 por Joan Ramis,
inicialmente se creyó que era un templo a la diosa Isis pero, tras las
excavaciones realizadas en 1959 por María Lluisa Serra y Lluís Pericot se pudo
comprender su significado real. El estado que presenta en la actualidad, es
fruto de la restauración a la que fue sometida, dado que el piso superior y la
parte posterior se habían derrumbado.
Entre el 850 y el 550 a.C. se
desarrolla el llamado período talayótico, en el que fueron construidos en la
isla unos 300 talayots, unas construcciones que impresionan por sus dimensiones
y cuya función sigue siendo un interrogante, pues a pesar del gran número
existente, han sido muy pocos los que se han excavado. Pudimos visitar el
poblado de Torre d’en Galmés.
Son tres los talayots existentes en el poblado que no son los
mayores ni más espectaculares de la isla debido, probablemente, a su
emplazamiento elevado. Sigue siendo una incógnita, tal como nos explicaron la función
de estas construcciones tan llamativas que requerían un gran esfuerzo. En este
caso, no cumplían una función funeraria, como en el caso de la naveta antes
comentada, sino que para algunos podían ser atalayas o puntos de control del
territorio, aunque es probable que su cometido primordial fuera el de expresión
del prestigio e importancia del poblado. En cualquier caso, hay constancia de
que, en un momento determinado, la sociedad que había hecho posible su construcción
entra en crisis y los talayots quedan relegados en el olvido, mientras que
junto a ellos surgen los poblados del período postalayótico (550-123 a.C.) con
casas circulares, como ocurre en este poblado de Torre d’en Calmés donde
coexisten los testimonios arqueológicos de los dos períodos.
Estas son algunas imágenes de esas
construcciones postalayóticas a las que nos hemos referido anteriormente y que
también sorprenden por sus características arquitectónicas y su función como
viviendas.
Visitamos también el poblado talayótico
de Torralba d’en Salort, que fue ocupado desde el período naviforme hasta la
Edad Media y en el que se alza una espectacular taula que lo ha convertido en
destino preferente para todos los que visitan la isla.
Con ese nombre de “taula” se conocen
esos gigantescos monumentos en forma de “T”, formados por dos losas de piedra perfectamente
labradas, la menor de las cuales se coloca horizontalmente sobre la vertical,
de mayor tamaño.
El recinto en el que se alzaban cumplía
un cometido religioso y la taula, elemento central del mismo, tenía un carácter
simbólico. Ante ella ardía el fuego y, en determinados períodos del año, se
celebraban rituales en los que se consumía la carne sacrificada en honor a la divinidad,
acompañada de vino.
No se conoce cuál esa divinidad a la
que adoraban, pero se ha sugerido la posibilidad de que se tratara del toro,
del que la taula sería una representación esquemática. Pero no cabe duda de que
había otras divinidades y la cuestión está lejos de ser plenamente
interpretada.
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