Aunque al pasar por Fréscano habíamos visto en muchas ocasiones el cartel del “Parque de la Fontana”, nunca nos habíamos detenido allí. Lo hemos hecho ahora, con el propósito de conocer la razón de su denominación.
Lo primero que sorprende es la frondosidad
de sus árboles, cuya sombra se agradece, de manera especial en días de calor
tan intenso como los que estamos atravesando. Además, su estado de limpieza era
muy aceptable.
Dispone de una zona para niños y otra
para gimnasia de mantenimiento de mayores, algo que se ha ido imponiendo en
todas las localidades. En el centro, una fuente de fundición sin agua que, por un
momento, llegamos a pensar que era la que daba nombre al parque.
Sin embargo, cuando ya nos disponíamos
a marchar, vimos unas vallas de madera que delimitaban la bajada a la famosa “fontana”,
un manantial entibado con grandes bloques de piedra, cuyas aguas salen por una
acequia, canalizada también con el mismo tipo de piedra.
Un lugar bonito que debió estar cuidado
en el pasado pero que, en la actualidad, transmite una sensación de abandono,
con las “casitas” naufragadas en las aguas cubiertas de “berruna”.
La rama caída que vimos en otro lugar
del parque nos confirma la necesidad de llevar a cabo las necesarias labores de
mantenimiento para que este bonito espacio vuelva a recobrar el aspecto que
tuvo cuando fue creado por un familiar directo y predecesor en el cargo del
actual Alcalde.
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