Este año se ha puesto especial empeño en que la recreación transcurriera por espacios acondicionados, hasta cierto punto, atenuando elementos y señales que pudieran resultar detonantes. Por ello, en torno a la plaza de España, las vallas que delimitaban el espacio destinado al público y a las terrazas de los bares, habían sido “camufladas” convenientemente.
Entre los
aplausos de la concurrencia el cortejo real dio la vuelta a la plaza antes de
acceder al lugar que, para los reyes, había sido preparado bajo la fachada de
la Casa Consistorial.
El relator explicó que la escena que se
iba a representar era la de la concesión del privilegio otorgado por D. Fernando
al Justicia y Jurados de Borja para que, como símbolo de su cargo, pudieran usar
varas de madera negras y giras granas, que siguen utilizando en la actualidad.
El monarca se dirigió a todos los ciudadanos
para expresarles su satisfacción por el entusiasta recibimiento del que estaba
siendo objeto toda la familia real y recordó la lealtad de Borja hacia sus
predecesores, lo que le hizo acreedora del título de ciudad que le concedió Alfonso
V, así como de otros privilegios, entre los cuales se encontraba el que ahora
era recordado.
Comoquiera que el privilegio original iba refrendado por D. Juan de Coloma, como Secretario real, nada mejor que la lectura del mismo fuera efectuado por quien interpretaba este papel en la recreación, lo cual hizo con su clara y fuerte voz.
El propio rey Católico impuso personalmente
las giras al Justicia y al conjunto de Jurados, un tanto menguado en esta
ocasión a consecuencia de la epidemia que había hecho estragos entre ellos y
eso que uno de ellos asumió dos papeles en la recreación, sobreviviendo al
empeño.
Afortunadamente, el que parecía encontrarse en plena forma era el Justicia que, empuñando su vara y con la gira cruzando el pecho, pudo cerrar el acto con los vítores a los reyes y a la ciudad de Borja que fueron respondidos con entusiasmo.
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