El Dr. Bernard Berthod nos ha remitido imágenes de dos exvotos conservados en el Museo de la basílica de la Fourvière, del que es conservador, que constituyen una prueba del culto dispensado a Santa Filomena en Lyon y, en concreto, en la citada basílica donde se venera una reliquia, ante la que oró el Santo Cura de Ars que se convirtió en un gran devoto de la supuesta santa.
Los exvotos, como expresión de la
devoción popular son piezas dotadas de un especial encanto. Este que ofrecemos
en primer lugar está datado a mediados del siglo XIX y es un gouache sobre
cartón. En él puede verse a la donante, Françoise Philiberte Ellise Villot,
orando de rodillas en una habitación en la que acaba de realizar la colada,
cuyas piezas están tendidas. Del realismo de la escena dan prueba el detalle de
los elementos y el agua que escurre, sobre un cubo de madera, los pantalones.
En un rompimiento situado en la parte superior, la imagen de Ntra. Sra. de la
Fourvière ante la que se encuentra arrodillada Santa Filomena con la palma del
martirio en la mano.
Es interesante destacar que en la
oración que figura al pie del cuadro, la protagonista es la Virgen María, a la
que se le atribuye en favor obtenido, aunque por intercesión de Santa Filomena.
El otro exvoto es un óleo sobre tela,
datado en 1862. De nuevo una mujer se postra de rodillas ante la Virgen de
Fourviére que aparece en el rompimiento superior, aunque teniendo a su lado la
urna con el cuerpo de la Santa, dispuesto sobre una basa en laque figuran la
espada y el ancla que se encontraban en su tumba de las catacumbas.
Cuando, en días pasados, hacíamos
alusión a la imagen de Santa Filomena que el Dr. Berthod había “descubierto” en
la iglesia de la Concepción de Borja, un lector habitual de nuestro blog,
decidió insertar en nuestra página de Facebook un extenso comentario, en el que
señalaba que “numerosos estudios
científicos e históricos hicieron dudar de la autenticidad de la persona y las
reliquias de esta "santa", y en consecuencia, la Congregación de
Ritos, de acuerdo con el canon 1284, ordenó en la instrucción "De
Calendariis particularibus" (14 de febrero de 1961) que "la fiesta de
santa Filomena virgen y mártir sea borrada de todos los calendarios", por
lo que concluía afirmando que “Desde hace 61 años, la Iglesia Católica no
reconoce el culto de "santa" Filomena... Igual habría que avisar a
las reverendas hermanas concepcionistas...”
Sin entrar en una polémica en torno a
una devoción que, como señalábamos entonces, está basada en el error de
atribuir la santidad a todos los enterrados en las catacumbas romanas, queremos
recordar otros datos relacionados con esta cuestión.
En primer lugar, el caso de Santa
Filomena es similar al de otras supuestas reliquias veneradas en nuestra zona,
como ocurre con el cuerpo de San Severino en Ainzón o el de los muchos
“mártires” de la colegiata de Santa María de Borja.
Es significativo el hecho de que, efectivamente,
en la instrucción de la Sagrada Congregación de Ritos De calendariis
particularibus de 14 de febrero de 1961, se mencionara expresamente que "la
fiesta de santa Filomena virgen y mártir (11 de agosto) sea borrada de todos
los calendarios". Es evidente que no se podía negar la santidad, sobre
todo porque existía el precedente de pronunciamientos pontificios previos y,
aunque la mayoría de los autores excluyen que ello afecte a la infalibilidad
del Papa, es una cuestión sumamente delicada, por lo que se ordena en la
instrucción es la supresión de su fiesta. Ello tuvo su repercusión pues en la
basílica que el Santo Cura de Ars había dedicado a Santa Filomena cesó el culto
público y en la basílica de Fourviére se eliminó la capilla que tenía dedicada.
Pero la decisión suscitó una gran
polémica en los medios católicos, de la que se hizo eco la prensa. Se cuenta
que San Pío de la Pietralcina, al tener noticia de ello comentaba: “Pero
¡Bendito sea Dios! ¡Puede que no se llame Filomena! ¡Pero esta Santa bien que
ha hecho milagros y no es el nombre el que los ha hecho!”. Con ello, rebatía la
excusa esgrimida para eliminarla del Santoral, al considerar que los restos
encontrados no correspondían a una persona llamada Filomena.
Detrás de esa decisión estaba la mano
de monseñor Annibale Bugnini uno de los más polémicos personajes de aquella
etapa que, después de la finalización del concilio y bajo el pontificado de
Pablo VI (también canonizado) fue el responsable del destrozo operado en la
Liturgia, antes de que fuera apartado de sus responsabilidades.
En 1960 había sido creado una comisión litúrgica
preparatoria, bajo la presidencia del cardenal Gaetano Cicognani, de la que era
secretario el entonces sacerdote Annibale Bugnini. En febrero de 1964 fue
puesto por Pablo VI al frente de un Consilium para la Ejecución de la
Reforma Litúrgica, encargada de aplicar la Constitución conciliar sobre la
Liturgia, Sacrosanctum Concilium, promulgada el 4 de diciembre de 1963.
Tras el
Concilio Vaticano II, se realizó una Reforma Litúrgica dentro del seno de la
Iglesia Católica propugnada por del Papa Pablo VI en el año 1969. No es el
momento de comentar en detalle las graves consecuencias de la labor de ese
órgano de trabajo. Basta señalar que el 14 de febrero de 1969, por el Motu
Proprio Mysterii Paschalis, Pablo VI reformó el año litúrgico y el nuevo
calendario romano por el que, entre otras cosas, se eliminaron otros 33 Santos
de profundo arraigo en la tradición de la Iglesia. Entre ellos: San Jorge, San
Cristóbal, San Valentín, Santa Bárbara, Santa Apolonia, Santa Catalina de
Alejandría o la Verónica.
Ni que decir tiene, y a las pruebas nos
remitimos, en la mayor parte del orbe cristiano no se hizo el menor caso a lo
dispuesto por Pablo VI y el “ejecutor” Bugnini, prosiguiendo su culto y su
patronazgo de países, cofradías y corporaciones. Por supuesto, en Borja se les
ha tributado culto a la mayoría de ellos hasta nuestros días y se conservan
diversas representaciones de los mismos.
Pudiera parecer una rebeldía de los
fieles ante los razonamientos en contra de los expertos, pero entre ellos
habría que incluir también a notables personajes eclesiásticos e, incluso, a
otros Papas. Concretamente, en 2014, el Papa Francisco decidió participar en la
celebración de San Valentín (supuestamente desaparecido del Santoral),
convirtiéndose en el primer Pontífice en hacerlo.
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