Borja, como toda España, vibró ayer con su selección. En la plaza de España había sido instalada una pantalla gigante desde la que se pudo seguir el partido, con el magnífico gol de la primera parte y la tensión de la segunda que Oyarzabal se encargó de laminar cuando algunos creían que podíamos recurrir a la prórroga.
La alegría fue indescriptible al alzarse nuestra selección con su cuarta Eurocopa, conseguida además con el mejor juego de todos los equipos que han participado en ella y, además, con muchos más goles que el resto.
Antes del
partido había recorrido nuestras calles una caravana que sirvió para calentar a
la afición. De lo que ocurrió luego, ya tendremos ocasión de hablar, pero lo
que es indudable es que, una vez más, la selección ha unido a toda una nación y,
en ella han brillado unos jovencísimos jugadores que van a depararnos en el futuro
muchos más triunfos. Nuestra felicitación a todos y, por supuesto, al
seleccionador Luis de la Fuente, verdadero artífice la victoria.
Pero el gran triunfo en la Eurocopa había tenido pocas horas antes otra espectacular victoria, la lograda por Carlos Alcaraz en Wimbledon. La presencia de la Princesa de Gales, que le entregó el trofeo, ha tenido también un significado muy especial para los británicos y para todos que han seguido con cariño la recuperación de su enfermedad.
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