Acabamos de conseguir la obra que lleva por título Castillos de la Casa del Infantado, editada este mismo año por Aache Ediciones, con el número 131 de su colección “Tierras de Guadalajara”, lo que ha constituido para nosotros una indudable sorpresa.
Ello se debe a
que, tanto sus autores: D. Federico Bordejé Garcés y Sor Cristina de Arteaga,
como el marqués de Lozoya, que firma el prólogo, son personas fallecidas hace
tiempo, por lo que, en un primer momento, llegamos a pensar que hubo una
edición anterior, de la que no teníamos noticia. Pero, en una nota final del
libro se aclara que el texto de D. Federico fue publicado en un número especial
de la revista Castillos de España, mientras que el de Sor Cristina,
formaba parte de su monumental obra sobre “La Casa del Infantado”, publicada en
1940, prologada por el marqués de Lozoya. Reunir ahora estos trabajos ha sido
posible merced a la generosidad de sus herederos, entre ellos los miembros de
las familia Marín y Hueso.
Estamos ante un
libro muy bien escrito en el que el marqués de Lozoya trata sobre “La noble
estirpe de los Mendoza”, mientras que D. Federico describe magistralmente, la
amplia serie de castillos que pertenecieron a la Casa del Infantado, en cinco
apartados: los castillos propios de sus raíces solariegas; los pertenecientes a
los señoríos de Hita, Buitrago y el Real de Manzanares; los de las Tierras de
Guadalajara; otros castillos de los Mendoza en las provincias de Soria, Cuenca,
Valladolid, Burgos, Zamora, Palencia, Toledo, Valencia, Granada y Sevilla; y
los castillos y señoríos que tuvieron en el extranjero. Esta simple enumeración
da idea de la importancia de sus propiedades.
Por su parte,
sor Cristina de Arteaga (1902-1984) escribe sobre “La Calahorra, el último
bastión de los Mendoza”, con esa brillante pluma que caracterizó a esta
religiosa ejemplar, hija del duque del Infantado y licenciada en Historia (con
Premio Extraordinario), que fue reformadora de la rama femenina de la Orden
Jerónima de la que fue Presidenta. Tras su muerte, fue incoado el proceso para
su beatificación que sigue su curso.
En cuanto a D.
Federico Bordejé nada tenemos que añadir a lo que hemos publicado sobre esta
persona tan vinculada a nuestra ciudad. Nacido en Chércoles en 1893, falleció
en Madrid en 1978. Correo diplomático y un extraordinario erudito, sus estudios
sobre poliorcética y castellología son difícilmente superables. En esta obra se
le menciona, por error, como abogado y diplomático, títulos que no necesita el
que fuera una figura excepcional.
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