Ayer fue la solemnidad de Santiago Apóstol, Patrón de España, una fiesta que ha ido desdibujándose poco a poco, incluso en Borja, donde se celebraba en el Cinto, colocando la imagen del Santo en la hornacina existente en un edificio ya desaparecido.
Como las de otros barrios de
nuestra ciudad, era una fiesta entrañable que reunía a los vecinos, en torno a
los festejos que ellos mismos programaban.
No faltaban
alicientes, como las “frugales” comidas que organizaban con el complemento de
las tartas elaboradas para participar en un concurso que convocaban, como puede
verse en estas imágenes que corresponden a las fiestas de 1997.
El progresivo abandono del Cinto hizo decaer la fiesta, que fue retomada en 2016. Ya no existía la casa con su hornacina, pero sobre una mesa fue colocada una imagen que cedieron las religiosas del convento de Santa Clara, donada por un ilustre benefactor y bendecida en el último Año Santo Jacobeo por el Rvdo. D. Javier Calvillo. Para entonces se había reemplazado la imagen de Santiago Matamoros, por la de este Santiago peregrino, representación iconográfico más acorde con los tiempos actuales, por el momento.
En torno al
Apóstol volvieron a reunirse los habitantes que quedaban en el Cinto y otros
devotos. Acudía el párroco para rezar unas preces y hasta se repartía chocolate
con pastas.
Ahora, ni Santiago,
ni San Pedro ni San Juan están presentes en los lugares tradicionales durante su
fiesta. Solo permanecen vivas, las tradiciones en torno al barrio del Carmen y
al de San Bartolomé, ojalá que por muchos años…
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