sábado, 27 de julio de 2024

Una tésera de hospitalidad que menciona a Bursau

 

         Ha sido Juan Ignacio Ibáñez Castranado quien nos ha comunicado que, el transcurso de la conferencia que recientemente pronunció en Mallén D. Javier Armendáriz Martija, sobe “El yacimiento arqueológico La Custodia (Viana,Navarra)”, hizo referencia a una tésera de hospitalidad en la que se menciona a Bursau.

 


         Las téseras de hospitalidad eran unas piezas, generalmente de bronce y con formas distintas, con letras grabadas que sellaban el pacto de amistad entre un individuo y una ciudad o entre comunidades que, con este requisito, adquiría valor legal, con un carácter sagrado e inviolable.

 

         En el caso que nos ocupa, tiene la forma de cabeza de carnero y apareció en el yacimiento de la Custodia, correspondiente a la ciudad berona de Vareia. Fue publicado, junto con otra tésera de la misma procedencia, por Javier Armendáriz y Javier Velaza en un artículo aparecido en la revista Palaeohispanica, de la Institución Fernando el Católico.

 

         En su cara lisa aparece una inscripción en caracteres ibéricos que los autores han transcrito como “tirtaku.ama+riko/burzauka”. La última palabra, como ellos indican, “es sin duda un localicio formado con el sufijo -ka sobre el conocido topónimo burzau. Estamos, por lo tanto, ante una tésera “con el nombre de un individuo de la ciudad de Bursao (Borja, Zaragoza)”, algo de especial interés para nosotros.

 

         Respecto al lugar en el que fue encontrada, la antigua ciudad de Vareia, sabemos que fue arrasada por Sertorio y sus habitantes masacrados, hasta el punto de que, en las excavaciones, han aparecido los restos insepultos de varios de ellos, tendidos en las calles, entre los cuales se encontraba el cadáver decapitado de un niño de corta edad.


         A pesar de que sólo ha sido excavada una parte de la ciudad, esos cadáveres constituyen un testimonio evidente de la magnitud de la tragedia que debió afectar, también, a los propios atacantes, como parece demostrarlo la aparición de un depósito de proyectiles de plomo, pertenecientes a un hondero al servicio de Sertorio que, posiblemente, murió.



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