domingo, 29 de julio de 2018

Cuatro escenas en otros tantos espacios públicos



         Una de las características de la recreación de Borja es la sucesión de escenas que, sucesivamente, se representan en distintas plazas de la ciudad. La primera de ellas tuvo lugar este año en la plaza de las Canales, reemplazando a la de Cortes, elegida el año anterior, por sus mayores dimensiones.

         Allí, se recordó la decisiva intervención del borjano Pedro Lázaro quien al arrebatar el arma al regicida que pretendía acabar con la vida de Fernando el Católico, contribuyó a salvarle.





         Muy cerca de la plaza de las Canales, al comienzo de la calle de San Francisco se encuentra el palacio que perteneció a los Lázaro, cuyas armas aparecían en los reposteros que engalanaban sus balcones, y de él salió el acto que representaba a ese ilustre personaje que fue el primer Alguacil de la Inquisición en Barcelona.




         Tras recibir el reconocimiento de los monarcas por su valeroso gesto, D. Fernando le hizo entrega del arma que portaba el agresor, la cual conservó la familia Lázaro hasta que la donó al Gobernador General de Aragón, según está documentado en los archivos de la casa.




         La siguiente escena se interpretó en la plaza del Olmo, donde cumplimentaron a los monarcas dos de las cofradías más importantes de la ciudad, así como la comunidad de monjes del monasterio de Veruela.




         La cofradía de San Bartolomé que, inicialmente, estuvo integrada por labradores y es la más antigua de Borja fue la primera en aparecer, procedente de la iglesia donde siempre ha tenido su sede canónica. Tras rendir su pendón ante los reyes, su mayordomo los cumplimentó en el estrado dispuesto al efecto, poniendo de manifiesto la importancia de la agricultura en nuestra ciudad.




         Seguidamente lo hizo la cofradía de San Sebastián que tiene como privilegio el título de Real y, comoquiera que fue constituida por pastores y cabreros, la reina Isabel aprovechó la ocasión para recordar la preeminencia que el Consejo de la Mesta tenía en su reino de Castilla.




         El Real Monasterio de Santa María de Veruela tenía casa en Borja que todavía se conserva, siendo una de las más antiguas del casco urbano. De ella salió una representación de su comunidad, encabezada por el abad para saludar a los reyes, quienes le agradecieron el gesto de haberse desplazado para recibirles.




         Uno de los personajes más relevantes que ha nacido en Borja fue mosén Juan de Coloma, Secretario de los reyes Juan II y Fernando el Católico. Cuando los monarcas vinieron a Borja no se encontraba aquí, dado que estaba desempeñando una difícil misión diplomática, encaminada a la recuperación de los condados del Rosellón y la Cerdaña, pero se le recordó, dado que en esa plaza mandó levantar una iglesia dedicada a Ntra. Sra. de Belén. Al saludar a los reyes, estos le dieron muestras cumplidas de su aprecio por sus relevantes servicios, recordando su decisiva intervención en las Capitulaciones de Santa Fe, teniendo en cuenta que cuando estuvieron en Borja se encontraban a la espera de las primeras noticias de la expedición de Colón.




         El tercer escenario estaba situado en la plaza de España, bajo la Casa Consistorial. Tras desfilar por ese espacio urbano los integrantes de la comitiva se situaron frente a los monarcas para recrear otro acontecimiento relacionado con Borja.



         Como explicó el relator fue D. Fernando quien concedió al Justicia y Jurados de Borja el privilegio de portar varas de madera y una banda de seda de color grana, origen de la que llevan ahora nuestros concejales que, en el caso de nuestra ciudad, no responde a una costumbre introducida ahora, sino a un privilegio histórico.





         Allí, fue el propio Secretario Coloma, que lo había refrendado, quien leyó el pergamino del privilegio, en presencia de los reyes y del Justicia y Jurados.



         Luego, uno a uno, pasaron a besar las manos de D. Fernando y Dª. Isabel, siéndoles impuesto por el rey el distintivo de su cargo.



         El acto finalizó con los vivas que, visiblemente emocionado, lanzó el Justicia de la ciudad, siendo correspondido con entusiasmo por todos los presentes.

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         Desde la actual plaza de España marcharon hacía la de Santa María, mientras sonaban todas las campanas de la colegiata.




         En ese nuevo ámbito tuvo lugar la última de las escenas que, en este caso, obedecía a la razón que motivó la llegada de los reyes a Borja, presidir la primera junta de la Santa Hermandad.




         Los cuadrilleros que la integraban, convocados al efecto hicieron su entrada en la plaza al son de sus cajas, vistiendo sus característicos uniformes con mangas verdes.



         El rey les dirigió la palabra, instándoles a cumplir la misión para la que se había creado la Santa Hermandad. Tras hacerles entrega de la enseña, les tomó juramento, finalizando de esta forma el acto y las distintas escenas de la recreación.





         Mientras los miembros de la cofradía de San Sebastián volvían a lanzar salvar en honor a los monarcas, la comitiva se dirigió a la plaza del Mercado donde tuvo lugar la comida a la que nos referiremos en otro comentario.

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