Los
artículos publicados en días pasados sobre las celebraciones de la Semana Santa
en Borja y otras localidades de la comarca han tenido una acogida sorprendente.
No es habitual que nuestro blog reciba más de 1.500 visitas en un día como
ocurrió cuando publicamos el reportaje sobre los “encuentros” de Tabuenca, el
cual se ha situado entre los más leídos.
De
igual forma, el éxito de la exposición sobre los alabarderos de Borja ha sido
llamativo. En muy pocos días, el número de visitantes ha superado el total de
los registrados en otras exposiciones recientes, dándose el caso de días con
una afluencia inusitada.
Probablemente,
se trate de algo casual pero lo cierto es que, desde hace tiempo, venimos
percibiendo un interés inusitado por todos los actos públicos que tienen lugar
durante la Semana Santa. La masiva asistencia a los mismos y, especialmente, la
implicación de muchos jóvenes es una realidad palpable. No se trata sólo de su
implicación en las bandas de cornetas y
tambores, pues los vemos también desfilando bajo los pasos o como simples
cofrades acompañando a las imágenes.
Frente
a este fenómeno, suele ser frecuente aducir, desde instancias eclesiásticas,
que se trata de mero folklore sin auténticas raíces cristianas, una afirmación
cuestionable y, en cualquier caso, temeraria ya que es muy difícil juzgar las
razones que anidan en el corazón de cada persona.
Curiosamente,
la Iglesia que fue maestra a la hora de cristianizar ritos y costumbres
paganos, parece ahora sentirse incómoda ante esta creciente expansión de unas
manifestaciones que, se quiera o no, tienen un origen religioso. No es nuestra
misión la de orientar determinados comportamientos pero, como cualquier persona
que haya presenciado estas expresiones populares, debemos dejar constancia de
la importancia que tienen en todas nuestras localidades y del arraigo social
que han ido adquiriendo.
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