Con
el propósito de documentar las distintas tradiciones religiosas que tienen
lugar en nuestra comarca, dentro de la Semana Santa, nos desplazamos a Ambel en
la tarde del Viernes Santo, para asistir a la representación del Descendimiento
de Cristo de la Cruz, una ceremonia inspirada en la que se celebraba en Borja
hasta la guerra de la Independencia.
El
acto tiene lugar tras la celebración de los oficios propios del día que, debido
a los trabajos de restauración a la que está siendo sometida la iglesia
parroquial de San Miguel, se celebran en la ermita de Ntra. Sra. del Rosario,
un monumento de gran interés edificado en el siglo XVIII sobre una antigua
iglesia mudéjar de la que se conserva la torre, declarada Bien Catalogado del
Patrimonio Cultural Aragonés.
Es
de destacar la presencia de numerosas personas y la cuidada preparación de la
ceremonia litúrgica presidida por el párroco P. Cervando Bedoya, Misionero de
Betania, a quien ayudaron dos seminaristas de la misma asociación de fieles.
En
Ambel, la adoración de la Cruz que constituye una de las partes de los oficios
del Viernes Santo se realiza en la imagen de Cristo Crucificado que,
posteriormente, será descendida y que, junto a la de la Virgen de los Dolores,
ocupa un lugar preferente en el templo.
En
la última parte de los oficios acceden al templo el centurión y los
alabarderos. Finalizada la ceremonia litúrgica propia del día comienza el
Descendimiento. Mientras el sacerdote recita un texto preparado al efecto con
el que va resaltando los aspectos más importantes de lo que allí se representa,
se disponen bajo la Cruz tres personajes que van a tener un protagonismo
especial. Con túnicas marrones, esclavinas y bonetes del mismo color aparecen
José de Arimatea y José Nicodemus. Con túnica negra, a la izquierda de la imagen
se encuentra el cofrade que represente a San Juan, el discípulo amado.
Siguiendo
las indicaciones del sacerdote, las personas que representan a los santos
varones suben a un estrado desde el que proceden a retirar la inscripción INRI
y, después, la Corona de Espinas.
Ambas
son entregadas a la persona que representa a San Juan quien las muestra a la
Virgen y a los fieles congregados en el templo.
Seguidamente,
con gran cuidado y con la ayuda de un martillo, se procede a retirar los clavos
que fijaban el cuerpo de Cristo a la Cruz. Por tratarse de una imagen
articulada, los brazos van adoptando una posición paralela a tórax. Hasta hace
unos años se utilizaba la imagen titular de la capilla funeraria de los
Monserrat pero, tras su restauración por el Instituto del Patrimonio Histórico
Español, ha sido adquirida otra imagen con este fin específico.
La
imagen de Cristo desciende entonces de la Cruz y en brazos de José de Arimatea
y de José Nicodemo es mostrada a la Virgen y a los fieles en un momento de
indudable emoción.
A
continuación es depositada en el arca situada al lado y cubierta con las ropas,
finalizando así esta ceremonia del Descendimiento para dar comienzo al Entierro
de Cristo del que ofreceremos imágenes en próximos días.
Mientras
tanto, merece la pena dar a conocer estas imágenes de uno de los actos más
impresionantes de la Semana Santa en nuestra comarca, cuidadosamente mantenido
a lo largo de los años, de manera que, en la actualidad, es el único de estas
características que se ha conservado aquí.
Es una pena que se perdiera esta tradición en Borja. Se podía intentar recuperar aunque para no perder el veletorio de la capilla de San Jose se realizara antes del pregon. Seguro que este acto potenciaria la semana Santa borjana. Nunca es tarde para recuperar las tradiciones más aun cuando disponemos de sus elementos materiales.
ResponderEliminarYo soy de amb el y mea gustado mucho esta publicacion
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