El
pasado Viernes Santo quisimos estar presentes en Tabuenca para asistir a la
procesión que tiene lugar es día con sus impresionantes “encuentros” de los que
teníamos noticia porque fueron representados con motivo del Congreso de
Cofradías de la Sangre de Cristo, celebrado en esa localidad en marzo de 2006,
pero del que no conservábamos en nuestro archivo documentación fotográfica.
Por
este motivo, desde Ambel nos desplazamos hasta allí. Faltaban pocos minutos
para la hora de comienzo de la procesión, las nueve de la noche, cuando
cruzamos frente a la hermosa fachada iluminada de su Casa Consistorial,
ascendiendo seguidamente a la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, cuya
torre mudéjar está declarada “Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés”.
En
el interior del templo tiene lugar el primero de los encuentros que,
posteriormente, se reproducirán otras tres veces a lo largo del recorrido de la
procesión por las calles de la localidad.
Veamos
ahora, los elementos que forman parte de la ceremonia. En primer lugar, el paso
de la Virgen de los Dolores que es el protagonista de la misma pues, en
definitiva, tiene como motivo de inspiración el dolor y la soledad de la Virgen
en ese día terrible para Ella del Viernes Santo. Es una imagen de vestir cuyo
rostro refleja perfectamente el sufrimiento de la Madre cuyo corazón está
atravesado por las espadas de sus “siete Dolores”.
El
paso de la Crucifixión es otro elemento singular, por la belleza de su talla y por
su peso, a pesar de lo cual es llevado a hombros por hombres y mujeres de la
cofradía durante todo el largo recorrido, al igual que el resto de los pasos,
pues esta es una característica de la procesión de Tabuenca que llama la atención.
No
deja de ser especialmente llamativo este otro elemento, el de los Cirineos,
unos personajes vestidos con túnicas violáceas que portan una pesada cruz y
arrastran cadenas, siempre en posición muy inclinada.
La
imagen de Cristo con la Cruz a cuestas es llevada por los “quintos” de cada
año. Antes eran los jóvenes que eran sorteados para el Servicio Militar.
Desaparecido éste, sigue manteniéndose la tradición con los chicos y chicas que
cumplen los dieciocho años.
Finalmente,
el último elemento está constituido por el pendón de la cofradía que va
flanqueado por dos estandartes en los que están representados los símbolos de
la Pasión, también conocidos como “Arma Christi”. En los estandartes de
Tabuenca vemos la Cruz, la lanza que atravesó el costado de Cristo, la caña con
la esponja, los clavos que lo sujetaron, los dados con los que sortearon sus
ropas, el gallo de la negación de Pedro, la jofaina en la que lavó Pilato, la
columna en la que lo azotaron, la corona de espinas, el lienzo de la Verónica,
las escaleras con el que lo bajaron, las tenazas y el martillo, la espada con la
que Pedro cortó la oreja de Malco y la bandera con las letras SPQR, recordando
a los romanos que lo ejecutaron.
No
podemos dejar de resaltar a este personaje que con una gran matraca va marcando
los ritmos en los que se suceden los distintos tiempos de los encuentros.
Porque,
colocado el paso de la Virgen en lugar preferente, todos los demás van dirigiéndose
a su encuentro, sucesivamente y por el orden en que los hemos reseñado, al
encuentro de la Virgen, tras el correspondiente anuncio de la matraca.
Lo
hace primero el paso de Cristo Crucificado que, desde el fondo de la iglesia,
llega hasta el lugar en el que se encuentra la Virgen, retornando de espaldas,
para lo que mudan su posición los portadores, como lo harán en el resto de los
pasos. El recorrido de cada uno de ellos va acompañado por el canto de una
preciosa composición, cuya primera estrofa dice:
Ya
es hora, Madre; ya es hora
de
cumplir la profecía.
Cristo
y su Madre se abrazan;
llorando
se despedían.
A continuación se van
acercando los restantes pasos, terminando con el pendón que llega a tocar las
manos de la Virgen, mientras se siguen interpretando otras estrofas del canto
al que hemos hecho referencia y que consta de 22 estrofas.
Terminado
el primer encuentro, la procesión desciende de la iglesia para iniciar su
recorrido por las calles de la villa. Al pie del templo le espera un piquete de
tambores que le acompañará a partir de ese momento.
Frente
a la Casa Consistorial tiene lugar el segundo de los encuentros y, de nuevo
volverán a repetirse en otros dos puntos del recorrido, siguiendo las mismas
pautas antes señaladas.
Si
hay algo que impresiona en esta procesión, es el profundo silencio en que se
desarrolla, a lo largo de todo un trayecto que incluye el paso por un lugar tan
emblemático como la Puerta de la Villa.
Tan
sólo el golpe de la matraca y los cánticos van marcando el ritmo de los
sucesivos encuentros, antes de que la procesión retorne de nuevo a la iglesia
parroquial.
Allí
el párroco D. José María Sánchez Becerril pronunció una breve alocución en la
que invitó a todos los presentes a acudir a la Solemne Vigilia Pascual pues,
como señaló, no es posible contemplar la Pasión y Muerte de Cristo sin su Gloriosa
Resurrección que es lo que se conmemora en la noche que pone fin al Triduo
Pascual.
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