Un
año más la Ronda del Roscón que cada año recorre las calles borjanas en la
víspera del día de San Jorge llegó hasta la Casa de Aguilar, en cuyo balcón se
encontraban preparadas María Chueca Oliveros y Lucía Guerrero Lumbreras con
sendos roscones.
Es
costumbre en esta noche que, desde las casas, se arrojen roscones a los
rondadores que, posteriormente, son distribuidos en los centros asistenciales
de Borja.
Para
ello acompaña a la ronda una persona provista de una larga caña en la que se
van insertando los roscones que, a continuación, se depositan en las cestas que
portan unos grupos de niños. Este año, la caña era de grandes dimensiones por
lo que la recogida de los roscones se efectuó con gran sencillez, a pesar de
que, tanto María como Lucía, habían ensayado con tiempo la técnica de arrojar
el roscón.
Pero,
aunque los roscones que le dan nombre, constituyen la faceta más llamativa de
esta tradición, la protagonista de la noche es siempre la Jota, interpretada
con singular maestría por el nutrido grupo de personas que, vestidas con el
traje regional, tocaron y cantaron sin regatear esfuerzos, sino que por el
contrario se prodigaron con sus interpretaciones, muy bien acogidas por las
numerosas personas que les acompañaron.
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