El 13 de marzo de 1283
se produjo, en Magallón, el terrible asesinato
de Juan de Albir, a manos de Antón y Martín del Frago. Pocos crímenes
llegaron a alcanzar la repercusión de éste, el cual es preciso situarlo en el
marco de los enfrentamientos suscitados entre dos familias rivales de esa
localidad, los Albires y los Frago, que se dirimían en constantes riñas y
violentas disputas.
En el
transcurso de una de ellas, Juan de Albir dio muerte a Sancho del Frago, por lo
que fue condenado a mantener, a sus expensas, a la viuda del fallecido y a sus
dos pequeños hijos. Aunque Juan de Albir cumplió siempre la obligación que le
había sido impuesta, los niños fueron creciendo con el deseo de vengar la
muerte de su padre.
Se
llamaban Antón y Martín del Frago y, a pesar del transcurso del tiempo, nunca
se recataron en ocultar sus intenciones, por lo que Juan de Albir, que había
ido envejeciendo, procuraba adoptar las precauciones necesarias.
Ya era
anciano cuando, regresando de un viaje a Zaragoza, fue sorprendido por los
hermanos Albir que le aguardaban en las afueras de Magallón. Percatado de sus
intenciones corrió a refugiarse en la ermita de Ntra. Sra. de la Huerta,
situada donde luego se edificó la hermosa iglesia mudéjar (declarada Bien de
Interés Cultural), de donde pudo ser rescatado por algunos vecinos que
acudieron al oír sus gritos.
Algún
tiempo después, volvieron a repetirse los hechos y, de nuevo, salvó la vida al
no atreverse los rencorosos hermanos a agredirle por encontrarle abrazado a la
imagen de la Virgen. Pero, tan sólo una semana después, el 13 de marzo de 1283,
fue de nuevo atacado cuando circulaba por las inmediaciones de la ermita
montado en un pequeño jumento. Aunque, en esta ocasión, quiso protegerse
penetrando en el interior del templo, sus agresores no vacilaron en
perseguirle, atravesándole con sus lanzas cuando, como hiciera anteriormente,
se agarraba a la imagen que rodó hasta caer sobre el cadáver del infortunado
anciano.
El
crimen provocó la lógica conmoción entre los vecinos de la localidad que se
acrecentó al día siguiente, cuando al ir a sepultarlo en la misma ermita
comprobaron, con sorpresa, que la imagen de la Virgen había desaparecido, junto
con las joyas que la ornaban, entre las que se encontraba el relicario donado
por el rey Jaime I, cuando pasó por Magallón, en 1257.
Algunos
días después se tuvo noticia de que, en los montes de Leciñena, había aparecido
una imagen de características muy similares a la de Magallón. Inmediatamente,
el Justicia y los Jurados de la villa se desplazaron hasta ese lugar con el
propósito de comprobar si se trataba de la misma para, en su caso, poder
recuperarla.
Tras
constatar que lo era y vencer la resistencia de los de Leciñena, emprendieron
el camino de regreso a Magallón con su Virgen. La primera noche se detuvieron
en Monzalbarba, en cuya iglesia parroquial la depositaron, siendo velada por
muchas personas que acudieron al tener noticia de lo acaecido. Sin embargo, no
pudieron impedir que, a la vista de todos, la imagen volviera a desaparecer y
retornara a Leciñena.
El
prodigio se repitió otras dos veces, mientras la milagrosa imagen se encontraba
en la iglesia del Portillo de Zaragoza y en el propio templo del Pilar, a pesar
de que, en estas ocasiones, aceleraron su paso para alejarse de Leciñena y
adoptaron especiales medidas de seguridad para protegerla.
Es
natural, por lo tanto, que las autoridades eclesiásticas resolvieran respetar
la la voluntad de la Virgen, expresada de manera tan sorprendente, y la
llevaron solemnemente hasta Leciñena, donde los de Magallón tomaron el acuerdo
de encargar un hermoso retablo, con las armas de la villa, donde se le dio
culto y obró numerosos milagros, hasta que, en 1936, fue quemada por las
fuerzas republicanas llegadas desde Cataluña. En la actualidad, ocupa su lugar,
una copia fabricada al término de la guerra civil.
El 13
de marzo de 1523 se firmaron en Fréscano las capitulaciones matrimoniales entre
Juan II de Borja, IV duque de
Gandía, y Dª Francisca de Castro Pinós,
hermana de D. Guillén Ramón Galcerán de Castro Pinós, vizconde de Ebol y señor
de ese lugar. Juan II era el padre de San Francisco de Borja, fruto de su
primer matrimonio con Dª Juana de Aragón, con la que tuvo siete hijos. Del segundo
matrimonio, con Dª Francisca, tuvo otros doce hijos.
El 13
de marzo de 1636 se suscribió una concordia entre el concejo, el cabildo y la
Orden de Predicadores para fundar el convento
de dominicos de Borja, dentro de un complicado proceso que ha sido minuciosamente
estudiado por el Dr. D. Alberto Aguilera Hernández.
El 13
de marzo de 1916 nació en Mallén Dª
María Pilar Alcalde Villalba. Era hija de D. Demetrio Alcalde López y de Dª
Ascensión Villalba, ambos maestros ejercientes en Novallas. Para dar a luz, su
madre quiso estar al lado de su hermana Ascensión que también era maestra y
estaba destinada en Mallén, donde residía la abuela. La profesión de sus padres
obligó a María Pilar a recorrer numerosas localidades aragonesas, inculcándole
el amor por las Ciencias, la Literatura y el Dibujo. Tras cursar el
Bachillerato en el Instituto “Miguel Servet” de Zaragoza, se licenció en Ciencias
Físico-Químicas, con notas muy brillantes, en una época en la que pocas mujeres
se decantaban por esa opción profesional. Ejerció como profesora de Matemáticas
en los institutos de Teruel, Calatayud y en “Goya” de Zaragoza. A finales de la
década de los años sesenta del pasado siglo comenzó a publicar poesías en El
Noticiero y, tras su jubilación, se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios
donde, bajo la tutela de Celia Andrés, se especializó en la realización de
retratos. Presentó su obra en diversas exposiciones, una de ellas en el Hotel
Boston de la capital aragonesa, en 2004, cuando ya contaba 88 años.
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