En
relación con San Francisco de Borja, otro grupo de obras que vamos recopilando
es la que tratan de sus propios escritos. La primera es el Diario Espiritual (1564-1570) en edición crítica del P. Manuel Ruiz
Jurado S. J. publicado por Ediciones Mensajero y Editorial Sal Terrae, en 1997.
Va precedido por un estudio introductorio de 150 páginas que resultan
imprescindibles para el conocimiento y la interpretación del mismo y para
comprender la personalidad espiritual del Santo.
Las Meditaciones sobre los Evangelios de las
Fiestas de los Santos fueron publicadas en 1925, dentro de la “Biblioteca
manual sobre la Compañía de Jesús”, por el P. José M. March S. J. que fue quien las descubrió. Aunque citadas
en su Diario, nunca habían visto la luz, a diferencia de las meditaciones correspondientes
a los evangelios de las dominicas y ferias del año. Fue el P. March quien tuvo
la fortuna de localizar el manuscrito en la Biblioteca Universitaria de Barcelona,
como hace constar en la introducción, en la que aventura la posibilidad de que
las redactara teniendo a la vista la conducta un tanto irregular de sus ocho
hermanastros, fruto del matrimonio de su padre con su segunda esposa, Dª
Francisca de Castro Pinós.
También
hemos conseguido el Dechado muy
provechoso del ánima de Cristo Nuestro Señor, un “breve tratado escrito por
San Francisco de Borja” en la edición de la Imprenta del Corazón de Jesús de Bilbao,
en 1892. Se trata de un conjunto de breves meditaciones dispuestas para ser
contempladas, como sugiere el Santo, a lo largo de seis meses, dedicando una
semana a cada una de ellas, “porque de otra manera aprovechará poco y no sacará
el lector el fruto deseado, que es la imitación de sus obras”, justificando
esta duración porque si, para estudiar la obra de Aristóteles, se dedican tres
año, “no tratando cuando más sino de la ciencia del hombre, no es mucho que
demos seis meses a este curso en el cual se trata de la ciencia del
Hombre-dios, Cristo nuestro Redentor, y de las excelencias de su alma
sacratísima, cuyas alabanzas exceden lenguas de ángeles y de hombres”.
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