El 28
de marzo de 1654 fue bautizado en la iglesia de San Bartolomé de Borja fray Martín de Vera Churiaga, hijo de
D. Martín de Vera, perteneciente a una de las más ilustres familias de Borja y
de Dª Graciosa de Churiaga, familiar del obispo borjano fray Juan López de
Caparroso O. P.
Profesó
como monje cisterciense en el Real Monasterio de Santa María de Veruela, siendo
enviado a cursar Artes y Teología al colegio de Huesca, donde se graduó como
doctor. Destacó por sus dotes de orador sagrado y, en 1676 fue elegido abad de
Veruela, siendo reelegido en 1684, 1692 y 1705. En este último caso, se daba la
circunstancia de que un monje no podía optar a un cuarto mandato, pero a pesar
de ello y a que ya tenía 70 años volvió a ser reelegido. Desde luego, fue uno
de los grandes abades del monasterio. En representación del mismo estuvo
presente en destacados acontecimientos, como la Cortes convocadas para jurar
como Rey a Carlos II y también fue nombrado Diputado del Reino, formando parte
de la comisión encargada de adaptar los fueros aragoneses. Decidido partidario
de la causa borbónica, como la mayor parte de los borjanos, el conde de Sástago
le impuso una elevada multa. Sus sufrimientos y méritos personales fueron
decisivos para que Felipe V lo propusiera como obispo de Albarracín, aunque no
llegó a ser consagrado pues murió el 25 de febrero de 1708, cuando iba a
cumplir los 74 años de edad.
El 28
de marzo de 1704 fue nombrado Maestro de Capilla de la colegiata de Santa María
de Borja Juan García. En nuestro
Diccionario Biográfico lo denominamos “Juan Gassia” basados en una
transcripción de D. Emilio Jiménez Aznar, pero al revisar su biografía pudimos
conocer su nombre correcto. Era natural de Tortosa y había sido recomendado
para el puesto de la colegiata por el también tortosino, D. Jerónimo Bermell,
antiguo Maestro de Capilla de la colegial borjana. Juan García desempeñó el
cargo durante poco más de un año, pues el 19 de junio de 1705, pidió permiso
para regresar a su localidad natal. Allí ayudó en sus últimos años al Maestro
de Capilla de la seo de Tortosa D. Baltasar Sanz, que por cierto era de Brea, y
al fallecer en 1708, lo sucedió con carácter interino. Poco después se convocó
la oposición para la provisión definitiva de la plaza y, aunque en el tribunal
se encontraba D. Jerónimo Bermell, fue suspendido, alegando su “falta de
pericia en la música”. Fueron unas pruebas controvertidas, dado que al final la
plaza fue adjudicada al Presidente del tribunal, D. José Escorihuela, que era
Maestro de Capilla de la catedral de Tarragona. Juan García terminó ocupando la
plaza de tenor que ese mismo año había dejado vacante D. José Boix. García era
presbítero y beneficiado de la catedral tortosina y pudo disfrutar de una
comensalía anexa al cargo de tenor, en concreto la de San Agustín.
El 28 de marzo de 1909
nació en Borja el famoso portero internacional Juan José (Pepe) Nogués Portalatín. Desde pequeño, destacó por sus
portentosas facultades atléticas. Por eso, cuando en 1923 se fundó el primer
equipo de fútbol local, fue uno de los primeros que se incorporaron al mismo
como extremo derecho. Sin embargo, al lesionarse el meta titular, Nogués le
reemplazó y desde ese momento jugó siempre como portero. En la temporada
1928-1929, percatándose de su valía lo fichó el Patria de Zaragoza, un equipo que al fusionarse con el Iberia, dio origen al Real Zaragoza.
En la temporada de 1929-30 pasó al Barcelona
C. F. como sustituto del legendario Platko, donde llegó a convertirse en el
jugador que más partidos disputó en competiciones oficiales, por encima incluso
de Samitier, pues llegó a defender la portería azulgrana en 285 ocasiones,
convirtiéndose en uno de los grandes guardametas de una época en la que
destacaba la figura excepcional de Ricardo Zamora.
No es de extrañar, por lo tanto, que Amadeo
García Salazar lo convocara para formar parte de la selección que participó en
el Campeonato Mundial de Italia, en 1934, donde disputó su primer y único
partido como internacional, por lesión del titular, que era Zamora. Fue con
ocasión del partido contra la selección anfitriona, Italia. Un encuentro
durísimo jugado en presencia de Mussolini, en el que Giuseppe Meazza le marcó
un gol, tras cargar y obstaculizarle. El árbitro no se atrevió a pitar la falta
y dio como válido el tanto, lo que originó una violenta pelea en la que resultó
herido Quincoces. Pero los españoles se crecieron y el sevillista Campanal
llegó a empatar. En este caso, el colegiado anuló el tanto que podía poner en
peligro la continuidad de los italianos y el enfado del Duce.
La
guerra civil le sorprendió en Barcelona, donde continuó jugando y trabajando
como taxista. Al término de la contienda fue detenido, pero poco después lo
pusieron en libertad, gracias al informe favorable de un sacerdote al que había
protegido anteriormente. En 1941 se hizo cargo del Barcelona, abocado al
descenso y al que salvó, llegando a ganar la Copa del Generalísimo en 1942 y
quedando finalista al año siguiente. Fue cesado en 1944, pero en 1947 pasó a
entrenar al Gimnástic de Tarragona.
En 1954, se hizo cargo del Espanyol de Barcelona, donde estuvo tres temporadas,
antes de fichar por el Sporting de
Gijón al que entrenó durante las temporadas 1952-53 y 1953-54. Su último equipo
fue el Lleida, de Segunda División, donde estuvo entrenando en la temporada
1954-55. Al término de la misma volvió a Tarragona, en compañía de su mujer y
sus dos hijas, dedicándose a la pesa a bordo de un barco de su propiedad. Los
últimos años de su vida transcurrieron en Palma de Mallorca, donde falleció en
2000, según nuestros datos, aunque en sus reseñas biográficas aparece la fecha
del 2 de julio de 1998. Sus cenizas fueron trasladadas a Borja, donde tiene
dedicada una calle, desde 2007, y se le recuerda como uno de los grandes
deportistas que ha dado nuestra ciudad.
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