En la
sala I del Museo de la Colegiata se exhibe en la actualidad esta pieza que
corresponde al único resto conservado de las celosías que cerraban los vanos
del claustro de la colegiata de Borja que, por otra parte, es uno de los
escasos testimonios conservados en Aragón de lo que, en un momento determinado,
fue solución habitual en los cerramientos de este tipo de edificaciones.
Su
recuperación fue un auténtico “milagro”, dado que nada hacía suponer que se
hubiera conservado un resto tan importante, tras el cierre de todos los vanos
en el siglo XVI. Este era el aspecto que presentaba el claustro al inicio de
las obras de restauración, aunque cuando se realizaron las fotos, ya se había
cortado la maleza existente en el patio central.
Cuando
se comenzaron a abrir dichos vanos, los miembros de la brigada municipal que
realizaban los trabajos se percataron de la existencia de algo “extraño” que
estaba embutido en el cerramiento. Fue D. Manuel Jiménez Aperte quien se
percató de que formaba parte de la obra original. Tanto el concejal D. Leandro
José Galindo como la arquitecta Dª María Martínez Fábregas se percataron de la importancia
que podía tener el hallazgo y ordenaron proceder con extremo cuidado.
Lo
cierto es que, desde el exterior, lo que en un principio parecían restos del
enfoscado de yeso del antiguo almacén allí existente, sugerían la posibilidad
de que fuera un resto de la celosía.
Por
ese motivo, mientras el resto de los vanos fueron completamente abiertos, se
mantuvo en el primero la zona afectada hasta que, poco a poco, fue surgiendo lo
que quedaba de la celosía. No cabe duda de que es un milagro que no fuera
destruida en su momento, así como que no sucumbiera en el derribo, junto con el
resto del muro, dado que no se tenía conocimiento de su existencia.
Gracias
a esa serie de casualidades, a partir de los restos encontrados, se han podido
formular varias hipótesis sobre el aspecto que pudo presentar el claustro. Una
de ellas contempla la posibilidad de que la celosía cerrase todo el espacio,
tal como se muestra en este dibujo de la arquitecta María Martínez. Otra
propuesta sugiere que el cerramiento llegaba únicamente hasta la mitad,
atendiendo a la falta de simetría que presentaría la parte superior, en el caso
anterior. El debate sigue abierto y, cuando finalice la restauración de todo el
claustro, posiblemente se reproducirá realmente o de forma simulada en uno de
los vanos.
Las fotografías
de las obras fueron realizadas por el recordado arquitecto D. Fermín Soto, codirector
de los trabajos.
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